OPINIóN
Actualizado 16/02/2017

A Ibón, compañero del Grupo A. Gramsci, in memoriam

Es complejo para un materialista reflexionar sobre la muerte, si después de ella sólo queda el vacío, la nada. Es difícil para cualquiera escribir sobre ello, cuando se trata de la muerte de un amigo. Frente a ella, nuestra cotidianeidad, nuestras preocupaciones, nuestros problemas, todo se esfuma, se vuelve insignificante. Qué injusto es este mundo, ahora podemos constatarlo. Qué difícil es aceptarlo. Cualquier cosa es menos importante ante este trance: ¿Y ahora qué? ¿Cómo consolar a sus padres y familiares si su dolor es también nuestro dolor? ¿Cómo consolar a sus amigos? ¿Cómo consolarnos?... Y únicamente se me vienen a la mente estos versos de Benedetti y Favero... después de todo: ¿Por qué cantamos?

Para los que entendemos el marxismo como un proyecto vitalista y existencial, el modo en cómo vivimos, cómo nos relacionamos con los demás y hasta cómo sentimos es fundamental para comprender nuestra forma de vida, de relacionarnos y de sentir. Y si alguno de nosotros o de nosotras muere, morimos un poco todos y todas, pero al mismo tiempo es imposible derrotarnos a todos y a todas juntas acabando solamente con uno de nosotros o de nosotras. Es decir, que aunque Ibón no esté ya más con nosotros y con nosotras irremediablemente; irremediablemente siempre seguirá con nosotros y con nosotras.

Y por eso cantamos: cantamos porque el río está sonando y porque nuestros muertos quieren que cantemos. Cantamos porque el grito no es bastante y no es bastante el llanto ni la bronca. Cantamos porque creemos en la gente y porque venceremos la derrota. Cantamos porque somos militantes de la vida y porque no podemos ni queremos dejar que la canción se haga ceniza.

Hasta siempre camarada

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