OPINIóN
Actualizado 14/02/2017
Marcelino García

El día 12 de febrero fue el día Internacional Contra la Utilización de Niños y Niñas Soldados, quienes sufren cada día en cerca de 20 países de todo el mundo violaciones de derechos humanos.

Por Cecilia Aycart Echevarria, activista por los Derechos Humanos.

Un niño o niña soldado es, de acuerdo con los Principios de Ciudad del Cabo, de 27 de abril de 1997, "aquella persona menor de 18 años que forma parte de cualquier fuerza o grupo armado, regular o irregular, con independencia de las labores que desempeñe; y toda persona menor de 18 años que acompañe a esas fuerzas o grupos cuando ello no sea en condición de familiar." Se incluye en esta categoría a las niñas y a quienes se haya reclutado con fines sexuales o para obligarlas a casarse.

No hay cifras fiables acerca del número de menores soldados en el mundo, pero se estima que existen cerca de 300.000 niños y niñas soldados, entrenados para cometer los peores crímenes.

Cuando existen conflictos armados los niños no solo se convierten en testigos de estas guerras, sino que en su principal objetivo también. El reclutamiento de estos menores es debido a que son fácilmente adoctrinados, aprenden con gran rapidez y hacen todo aquello que se les pide, también porque aún no han desarrollado el concepto de la muerte, no tienen miedo a nada, por lo que son luchadores eficientes.

Mayormente, estos menores son secuestrados y obligados a someterse a los grupos armados. Estos niños van a presenciar escenarios que les atormentarán de por vida, van a ver cómo violan y matan cruelmente a su madre, queman a su padre y mueren uno a uno todos sus hermanos y hermanas en el combate. En otras ocasiones, son los propios padres quienes entregan a sus hijos al movimiento debido a la enorme pobreza en la que viven por la guerra, con la esperanza de que estos tengan qué comer y dónde vivir.

El norte de Uganda vive una guerra civil desde el año 1986 por el dominio del país entre el Ejército de Resistencia del Señor contra el Gobierno. Después de más de tres décadas de conflicto armado es conocida como "la guerra olvidada" y en ella se han secuestrado a miles de niños y niñas que son llevados al bosque para ser adiestrados, allí es donde les enseñan numerosas formas de matar. Ponen a prueba a estos niños y niñas, deberán demostrar que son verdaderos soldados teniendo que realizar actos extremadamente dolorosos, como, por ejemplo, matar a su hermano menor. El castigo para aquellos niños que intenten escaparse del bosque es la muerte, ello es lo que infunde el miedo en los niños para que no se escapen y por lo que muchos siguen allí.

Los niños y niñas soldados están obligados a elegir entre la vida y la muerte, no pueden vivir con seguridad, libertad y dignidad. Son niños sin infancia, niños sin oportunidades, niños que conocen prematuramente el dolor, la sangre, la muerte, la violencia, la crueldad y el odio del ser humano. Son víctimas condenadas a morir en el combate, a convertirse en adultos que solo han conocido la violencia o, en el mejor de los casos, a huir de la guerrilla y vivir con la conciencia intranquila recordando cada día todas las vidas que quitaron, familias que destrozaron y barbaridades que cometieron.

Pero incluso cuando todo parece desolador, existe un ápice de luz que nos otorga esperanza y confianza en la bondad humana. En el Norte de Uganda existen lugares ofrecidos a los niños que temen ser secuestrados de noche por los rebeldes, en ellos pueden dormir tranquilos. Uno de estos lugares es "el Arca de Noé", a donde se dirigen desde sus casas caminando hasta ocho kilómetros diarios, cientos de niños que buscan un techo bajo el que poder cerrar sus ojos y soñar en paz.

En cuanto a las discriminaciones de género se refiere, las niñas soldado se encuentran en una situación especial de violencia en los conflictos armados. El hecho de que en torno a un 40% de las niñas sean utilizadas como esclavas sexuales en la guerrilla no significa que no participen en los combates. Son reclutadas y reciben adiestramiento como combatientes a la par que son objeto de abusos y violencia sexual.

Los casos documentados reflejan sólo una pequeña parte de la realidad, ya que pocos países reportan la utilización de niñas soldado y el número de estas es anecdótico. Por ejemplo, en Iraq se documentan 13 niñas en centros de detención en relación a 302 niños. Sin embargo, que se documenten muchos más casos de niños soldado que de niñas no significa que esta sea la realidad, sino que es el reflejo de la discriminación de género que las invisibiliza. Por ello, uno de los principales problemas que enfrentan las niñas soldado es precisamente su propio reconocimiento como tales, que no deja de ser una discriminación de facto.

El lenguaje genérico masculino "los niños soldado" contribuye a su invisibilización, necesitamos hablar de las niñas soldado ya que es enormemente injusto que la lucha por los derechos de la infancia no las incluya. No se trata de una simple cuestión gramatical, sino de que es evidente que las circunstancias de los niños soldado y de las niñas soldado no son las mismas, por lo que necesitan programas de reintegración y de ayuda especiales, asi como de gozar de subjetividad jurídica.

Son víctimas no solo de la brutalidad y el trauma derivados del reclutamiento en sí, sino que también de agresiones sexuales, lesiones físicas graves, embarazos y matrimonios forzados, así como contagio de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. Por ello necesitan un tipo de protección distinta para poder abordar sus necesidades de mejor manera.

Estos niños y niñas tienen como consecuencia de su reclutamiento daños físicos, emocionales, mentales, sociales y espirituales y su posterior reintegración en la comunidad no es tarea fácil. Ya basta de tanta agresividad, ya basta de tanta guerra y, sobre todo, ya basta de que los más perjudicados sean niños y niñas inocentes que tienen derecho a disfrutar de su infancia, de su ignorancia, de su alegría y vitalidad; niños y niñas que tienen derecho a poder construir su propio camino y decidir sobre su futuro.

Por todo ello, Amnistía Internacional, como miembro de la Coalición para Acabar con la Utilización de Niños Soldados, trabaja para poner fin al reclutamiento de menores en las fuerzas armadas y para reintegrar a los ex niños y ex niñas soldados en la vida civil.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Recuerdos de infancia que dibujan un arma, miedo y dolor