OPINIóN
Actualizado 13/02/2017
Lorenzo M. Bujosa Vadell

En la vieja urbanización en que vive mi hermana han decidido abrir la piscina. Que es febrero y estamos en Salamanca; da lo mismo. Han aparecido unos días de sol, se ha calmado de momento la ventolera, han subido algo las temperaturas, ? pues ahí tenemos ya la piscina a punto de la inauguración.

Bien sabido es que aquí es largo el invierno y que las heladas son duraderas, pero para qué van a esperar. Hay algunos acreditados atletas que hace tiempo lo estaban deseando. Como son gente esforzada y valiente les da lo mismo la estación, los grados y la cencellada. Lo que les importa es la piscina y su apertura urgente.

Tienen ganas de hacer largos sin necesitar climatización alguna. Es más: incluso les ofendería cualquier propuesta alternativa de cerramiento o de calefacción. Lo propio es lanzarse al agua esté tal como esté, ? y la verdad es que por ahora está bastante fría.

Una capa de hielo cubre el agua turbia que había allí. Lo primero será cambiarla, renovarla y limpiarla. Eso no se hace en dos días, y menos sin el adecuado equipo que guíe la compleja operación de completa puesta a punto.

La cuestión no ha sido sencilla. Ha habido amagos, reuniones y conciliábulos varios. No se vayan a creer que esto es decisión improvisada, que de un día para otro se haya lanzado la propuesta o que haya sido efecto de una mera calentura tras una simple noche, alegre y jaranera.

Como en la alta diplomacia, los ilustres interesados han tenido que moverse. Lo han hecho sin aspavientos y con exquisito cuidado. Hasta diría que sin querer que se notara mucho, sin que se dejara de notar lo suficiente. Está claro que han sido tres los entusiastas deportistas que con su empeño persistente han movilizado poco a poco a la expectante comunidad de vecinos.

Tampoco esta es materia simple, porque ya se sabe que donde hay tres sujetos, hay tres opiniones distintas, y si ampliamos la cuadrilla, así sucesivamente. De este modo, se ha creado un estado de opinión y la hay para todos los gustos. Unos quieren retocar los azulejos, otros quieren dejarlos como estaban pero más lucidos, aún algunos de más allá piensan poner calles y hasta tableros informáticos. En fin, un enredo considerable al que ellos verán cómo se enfrentan.

No, no miren en la red de redes, porque puede ser aún peor. Desde que la cuestión ha trascendido, toda la ciudad está atenta y puede suceder cualquier cosa. Unos están esperando el primer resfriado, otros el resbalón, y aún los más cínicos piensan que existe algún tapado -con mantas y prendas de lana- que está esperando al verano, que es cuando se nada mejor.

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