OPINIóN
Actualizado 13/02/2017
Redacción
El 18 de junio de 2015 Juan Vicente Herrera supo como se las gastaba Mariano Rajoy. Esa tarde se enteró, como un miembro más de los 90 que forman parte del Comité Ejecutivo Nacional del PP, del nombramiento de cuatro nuevos vicesecretarios generales del partido. El hecho no hubiera tenido mayor relevancia si no fuera porque el día anterior Rajoy le había llamado para que le aclarase su amenaza de dar la espantada y no presentarse a la investidura como presidente de la Junta. Y en esa conversación, que fue bastante fría, el presidente nacional del partido nada le comentó a Herrera sobre el inminente nombramiento del presidente provincial del PP en Zamora, Fernández Martínez Maillo, como nuevo vicesecretario de Organización. Ni palabra. De ahí la estupefacción del presidente autonómico al conocer la designación del zamorano como nuevo numero tres oficioso del partido.
Mariano Rajoy y Fernando Martínez Maillo
Unos días antes, en su desdichada entrevista con Carlos Alsina, Herrera se había permitido aconsejar a Rajoy que se mirara al espejo. Y ahora se encontraba con que el presidente nacional catapultaba hacia la cúpula de Génova al compañero de partido más odiado por el herrerismo, la "bestia negra" del entonces consejero de la Presidencia y Portavoz dela Junta, José Antonio de Santiago-Juárez, la pesadilla de su protegida Rosa Valdeón, a la que tenía reservado un puesto de primer nivel en la nueva etapa. Si Rajoy se había propuesto tomarse la revancha por lo del espejo, no podía haber elegido una forma más cruel de hacerlo.
La reacción del Colegio de la Asunción fue la de potenciar al máximo a Valdeón: Vicepresidenta única, consejera de Empleo y portavoz de la Junta. El mensaje era claro y directo: Si Maillo manda en Génova, en la Junta mando yo. Mensaje ratificado y aumentado a la hora de tener que sustituir a Valdeón tras su fatídico regreso de Madrid en la tarde del pasado 9 de septiembre. Si no querías de ese caldo, ahí tienes otra taza tamaño bol: De Santiago-Juárez, tu máximo detractor, la mano que mece mi cuna-diván, nuevo vicepresidente de la Junta. Arrieritos somos?
Y así nos plantamos en el congreso nacional del pasado fin de semana, en el que se han confirmado los peores augurios para Herrera y su "guardia de corps": El ascenso de Martínez Maillo a coordinador general y responsable del área Electoral y de Organización del partido, esto es, al número tres (en la práctica el dos) del partido. Confundiendo sus deseos con la realidad, el herrerismo más conspicuo albergaba alguna esperanza de que en el camino del zamorano pudiera cruzarse el ex ministro Alfonso Alonso, candidato a Soraya Sáez de Santamaría. Pero Rajoy no ha tenido dudas y ha dado a Maillo un espaldarazo que por otra parte estaba cantado.
Cospedal y Fernández Mañueco
En cuanto al nuevo organigrama de dirección del PP, lo demás han sido retoques escasamente significativos. En cuanto a Castilla y León, todo queda más o menos como estaba, lo que significa la continuidad del palentino Pablo Casado como vicesecretario de Comunicación y la del salmantino y secretario autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, como presidente del Comité de Derechos y Garantías. Junto a ellos pueden contabilizarse en el nuevo Comité Ejecutivo otros siete castellano-leoneses, nueve si incluimos a las diputadas por Madrid Soraya Sáez de Santamaría e Isabel García Tejerina, está última nombrada secretaria sectorial de Agricultura y Ganadería.
El diputado abulense José Ramón García Hernández es el secretario ejecutivo de Relaciones Internacionales y la diputada burgalesa Sandra Moneo sigue al frente de la secretaria de Educación e Igualdad. El alcalde de León, Antonio Silván, entra como vocal y Rajoy ha gastado una de las cinco vocalías de designación presidencial nombrando dentro de ese cupo al senador vallisoletano Miguel Ángel Cortés, un personaje definitivamente incombustible. Por el contrario, los veteranos Juan José Lucas, Juan Carlos Aparicio, Alfredo Prada, Manuel Cobo y Gonzalo Robles integran, junto Rosa Valdeón, la lista de los caídos en el Comité Ejecutivo.
Todavía hay más. Entre los 30 miembros de la Junta Directiva Nacional Herrera ha conseguido colar a José Antonio de Santiago-Júarez, pero no ha podido evitar la continuidad del delegado territorial de la Junta en Valladolid, Pablo Trillo-Figueroa. Por razones obvias, el respaldo de Rajoy a este último constituye sin duda otro serio revés para el presidente autonómico.
Juan Vicente Herrera el pasado fin de semana
Con Maillo encumbrado en Génova el PP tendrá que afrontar a finales de marzo su próximo congreso autonómico, e inmediatamente después los nueve congresos provinciales. Lo lógico y natural sería que Juan Vicente Herrera hubiera anunciado ya su renuncia a presentarse a la reelección como presidente autonómico del partido y que la misma fuera la antesala de su relevo en el Colegio de la Asunción. Pero como ya analizamos aquí, se ha colgado el cartel deFelipito Takatún y pretende seguir en ambos cargos hasta las elecciones autonómicas de 2019.
A la presidencia de la Junta en teoría puede aferrarse, si esa es su voluntad, pero su continuidad en la del partido está exclusivamente en manos de Mariano Rajoy. Si Herrera fuera dueño de su destino, ya habría anunciado su candidatura o su renuncia. Pero el dueño de su destino es Rajoy, quién por otra parte querrá evitar a toda costa una bicefalia que con toda seguridad sería altamente conflictiva. O Herrera sigue en ambas presidencias, prolongando hasta 2019 su agónico ciclo político, o sale de ambas y la eterna cuestión de la sucesión se resuelve de un plumazo. Si por Maillo y Cospedal fuera, la cosa está muy clara, pero los designios de Mariano a veces no son tan excrutables. Así que Rajoy proveerá...
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