OPINIóN
Actualizado 08/02/2017
Alejandro Vélez
Anoche no pude evitar, y van unas cuantas veces, caer en la tentación de volver a disfrutar con una Super Bowl más. Un espectáculo de dimensiones siderales que ensalza como pocos el "way of life" norteamericano, y es raro que con la que está cayendo, o eso parece. La de este año se saldara sin asomo de protesta anti Trump ni memez parecida. Que raros estos yankis.
Hoy andaré con un poco más de sueño, que aunque americano, el sueño. Nada tiene que ver con una historia de anhelos alcanzados y oníricas recompensas.
Mi sueño, literal de hoy, tiene banda sonora de himno nacional a capella, de pasada rasante de cazas en formación, de celebrities recauchutadas y laidies gagas, de Mikes Pences, y los padres de Bush. De protecciones, cascos, touchdowns, patriotas y halcones.
Vamos, una provocación en toda regla. Una invitación a la protesta, al silbido, que estos "bárbaros" norteamericanos no conocen. Y que parte de nuestra "ilustrada" europeidad aprovecharía sin reparo para derramar verguenza y bochorno al resto del mundo, aprovechando el ahora que nos miran.
Y es que discúlpenme que haga la analogía. Pero no veo una final de la Copa del Rey pacífica con José Mercé tarareando la marcha real a capella, la patrulla águila rompiendo el cielo del estadio, a nuestro actoreo en las gradas disfrutando, ni a Martirio cantando
en el descanso, y menos poniéndonos tibios a bravas y croquetas. Y ya si ponemos a Soraya en el palco y a Aznar tirando la moneda al aire, igual se lía la mundial...
Y es que aunque este que les teclea es profundamente español, también es mucho de Boston, de los Celtics y los Patriots. Pero sobre todo por lo que significan, por lo que hay detrás y por como viven y venden lo suyo.
Entre cabezazos y pestañeos no puedo dejar de lado el espectáculo inigualable vivido anoche. Cientos de millones de espectadores, tantos como kilos de alitas de pollo devoradas o guacamole engullido. Pero tampoco puedo evitar pensar que horas antes el cine español se reunía en el aquelarre cutre anual con el que en vez de vender producto, vende miseria, pequeñez e ideología, en vez de cultura. Eso si, enfundado en vestidos de diseño y marcas a tutiplén. Y es que si fuéramos americanos para muchas cosas, creo que esto tendrían otra pinta.
Así que perdonen la comparación, pero es que se la ponen a uno a huevo. Y anoche me quedé hasta el final, para ver como Mr. Goodell, el comisionado de la NFL le entregaba el trofeo de ganador a quien creen que se lo merece primero, el que paga la ronda, que no es otro que el dueño del equipo de Massachusetts, un tal Robert Kraft. Igualito que en España.
Por que a pesar del madrugón de hoy, ha sido un subidón ver la primera Super Bowl de la historia con prórroga, un partido histórico, de leyenda. En el que Brady dejó atrás a Montana, cumpliendo su sueño, su sueño americano y agrandando el mío, mi sueño español.
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