OPINIóN
Actualizado 08/02/2017
Francisco López Celador

Los españoles expulsamos a los franceses en nuestra Guerra de la Independencia con la intención de aplicar la Constitución aprobada en Cadíz en 1812. La triste realidad fue que Fernando VII volvió al más puro absolutismo y entramos en la etapa de enfrentamiento entre liberales y absolutistas. De nuevo el francés Luis XVIII acude en auxilio del borbón invadiendo España con los Cien Mil Hijos de San Luis.

El absolutista Arturo I, virrey de Cataluña, ha repetido la jugada, pero esta vez no ha necesitado a los gabachos. Ha reclutado un ejército heterogéneo, a base de tropas democristianas, republicanas, anticapitalstas, antisitema y comunistas; todas ellas con uniforme nacionalista y táctica independencista. Para trasladarlas al teatro de operaciones se ha valido de una flota de autobuses costeados por el "enemigo". Así ha conseguido reunir a Los quince mil hijos de sant Jordi. ¿Por qué decimos quince mil? Porque los organizadores aseguran haber reclutado cuarenta mil y es necesario aplicar el coeficiente corrector de la capacidad física del metro cuadrado. Matematica pura.

Establecida la base de partida en el Palacio de la Generalidad ?Cuartel General del ejército atacante- los independentistas avanzaron lentamente ?tan lentamente que llegaron al objetivo con más de media hora de retraso- Fijada la vista para las 9 horas,en un trayecto a pie de un cuarto de hora, invirtieron más de una hora y estuvieron a punto de que el enemigo hubiera abandonado el frente hasta otro día. Necesariamente tuvieron que hacer varias paradas para reclutar refuerzos, previas las correspondientes arengas y cánticos vernáculos-

A pesar de las apariencias, los independentistas son conscientes de la imposibilidad de justificar su proceder y, aunque la sonrisa forzada pueda demostrar lo contrario, la sensación de la proximidad al patíbulo obliga el mariscal Arturo a poner cara de mártir y héroe. Se está jugando, ni más ni menos, la posibilidad de atraer alguno de los votos que huyeron por culpa de la corrupción. Fue ponerse delante del tribunal y todas las ínfulas de la aproximación se tornaron en cobardía pura y dura. Sus compañeros de viaje, que esperaban al campeón del desplante, se encontraron con un corderito empeñado en sacudirse las responsabilidades con razonamientos más propios de un asustado payés que de todo un honorable expresident. De lo contrario no es fácil contesrar a los siguientes interrogantes:

¿Cómo se pueden conjugar, en una misma manifestación, las pancartas DEMOCRACIA y DESOBEDIENCIA?

¿Quién es el responsable de que los encausados no sean acusados de malversación de fondos ?delito que acarrea pena de prisión- si el 9N se emplearon miles de esteladas, pancartas, camisetas, urnas, papeletas, pluses para funcionarios de refuerzo, "bufandas" para "voluntarios", lo que se traduce en muchos miles de euros?

¿A quién se debe la iniciativa de conminar a varios medios de comunicación para que insertaran ?de forma gratuita- porpaganda de la consulta del 9N?

¿Quién ordenó la obligación de abrir los colegios donde se situarían las urnas?

¿Todo lo anterior se lo sacaron de la manga los voluntarios?

¿El desconocimiento ¿? de la ley , exhonera a los culpables?

Si tan seguros están de alcanzar próximamente la independencia ¿ por qué tanto interés en no asumir una responsabilidad que todo el mundo ?ellos también- tiene muy clara?

No obstante, aviso a navegantes: ¿Alguien se juega conmigo un café a que se vuelve a celebrar otro referendum, aunque sea descafeinado?

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