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OPINIóN
Actualizado 07/02/2017
Redacción

La Villa de Cepeda es una de las joyas de nuestra Sierra de Francia, y no me faltan motivos para reivindicar a Patrimonio la categoría de Conjunto Histórico para este hermoso pueblo.

Es necesario que Cepeda sea protegida, dado la riqueza a conservar, pues es el pueblo preferido por los pintores por su color, esos tonos rojizos que se han perdido en muchos de nuestros pueblos serranos y que Cepeda aún tiene.

Os cuento cuales son mis argumentos para pedir esta categoría de Conjunto Histórico para la Villa de Cepeda:

Cepeda es un hermoso pueblo situado en el corazón de la Sierra de Francia, sobre una pequeña colina que fuera un antiguo castro prerromano. Está cruzado de oeste a sur por el arroyo del Coso, en el que aún podemos ver y admirar los restos de cinco de los siete molinos harineros altomedievales que existieron, construcciones árabes de entre los siglos VIII y XI, con sus gigantescas toberas. El arroyo del Coso acaba su andadura en el río Francia.

En el término municipal de Cepeda existen vestigios prehistóricos en el lugar denominado Chanco de la Herradura. Hubo un asentamiento tardo-romano, sito en el paraje de La Peral y en El Espolón, del que quedan restos como el ara romana del siglo II d. C., dedicada por Julius al dios Júpiter y que hoy puede verse en la portada principal de la iglesia. Pascual Madoz hace referencia, asimismo, a la existencia en la Edad Media de un convento de la orden del Temple.

El entorno de Cepeda es todo un vergel, con fuentes por doquier, como las del Pilarito y la Fontanina, del S. XVIII; la de Santa Colomba y la del Castañar, del S. XVI, así como la existencia del Santo Hospital.

Fuente del Pilarito, S XVII

El Concejo de Cepeda fue repoblado por Alfonso VI (1065-1109) con franceses llegados con Raimundo de Borgoña, y más tarde por Alfonso IX de León (1188-1230). Como consecuencia del decreto de expulsión de árabes y judíos promulgado por los Reyes Católicos, muchos vinieron a instalarse en esta zona recóndita.

En la baja Edad Media, en el año 1348, el rey Alfonso XI concede el Señorío de Cepeda a Vasco Vásquez de Cepeda, autorizándolo a llevar como apellido el nombre del lugar. El apellido Cepeda procede de esta localidad, y a este linaje perteneció Teresa de Cepeda y Ahumada (Santa Teresa de Jesús). Las armas concedidas por el rey Alfonso XI al Señor de Cepeda se encuentran el escudo de esta villa. Fue en el año de 1451 cuando Juan de la Cuadra (camarero real) entregó Cepeda al rey de Castilla. Posteriormente, Enrique IV la permutó por los lugares de Sepulcro Hilario y Aldehuela, en el devaso (terreno comunal) de Yeltes. Más tarde Cepeda le fue entregada al Conde de Plasencia.

Cepeda adquirió el título de villa, con exención civil y criminal, y jurisdicción propia, en 1640, a instancia del Conde Castrillo. El privilegio fue otorgado por el rey Felipe IV.

Podemos ver las raíces semíticas en el entramado de sus calles, estrechas, sinuosas y laberínticas, donde los juegos de color, luces y sombras se suceden. En los perfiles mudéjares de las zapatas y en las ventanas con cuarterón, para poder observar a los viandantes sin ser visto. Todo nos recuerda lo islámico, no solo por el trazado urbanístico, sino por su recogimiento e interiorismo. La impresión es la de sentirse trasladado a una casba árabe.

Las raíces judías se perciben con nitidez en los dinteles graníticos, donde pueden verse inscripciones como IHS (Iesus Hominorum Salvator) o invocaciones a la Virgen María, a modo de prueba cierta de su conversión al cristianismo. Existe también, en la Plaza, la Casa de los judíos, cuya entrada es granítica y adornada con pomas.

Calle inclinada (Óleo de Andrés Barés)

La perduración de la cultura cristiana es visible desde antiguo en la gran profusión de cruces que aparecen por doquier: en el calvario, talladas en granito; en las joyas y relicarios que adornan los trajes típicos, y en los símbolos del Santo Oficio, como el grabado en el pulpito de la iglesia.

Cinco eran las Ermitas existentes en Cepeda: la de San Marcos, la de San Lorenzo, la de San Sebastián, la de Santa Colomba y la del Humilladero. Esta última es la única que se conserva, y que hay que proteger.

Como monumentos más destacables, además del Hospital, pueden verse en Cepeda la Casa de la Inquisición de 1792; la Casa de los Judíos, de estilo hispano-flamenco, del S XV; el campanario, separado de la iglesia, y, finalmente, la Iglesia parroquial de San Bartolomé, patrón de esta villa, edificio barroco del S. XVII, en forma de cruz latina, con tres puertas y cinco hermosos retablos, además de una pila bautismal del S. XVI.

Mención especial merecen los trajes típicos, los hombres llevan un hermoso traje, muy elegante, de terciopelo negro o azulado, con chaqueta, calzón o bombacho, adornado con botones de plata, faja, camisa bordada y botones de oro en el cuello. Los de la mujer son más variados: el de Manteo, utilizado como traje de boda por las novias y por las madrinas, así como para otras ceremonias, en las que también podemos admirar una prenda muy vistosa, como es el Senero o Serenero; el de Sayas, para los bailes y fiestas; el de Zagalejo, atavío de las jovencitas, de las "zagalas".

También merece una atención especial la Feria de San Marcos. Entre los siglos XVI y XVII, Cepeda se convierte en un centro de artistas, con una gran feria que transcendió no solo a nivel nacional, sino también internacional, y a la que acudían artesanos de la seda, curtidores, carpinteros, herreros cerrajeros etc. Esta feria, donde concurrían todos los serranos y que tanto prestigio dio a Cepeda.

Muchas cosas más podríamos contar de este hermoso pueblo, donde hemos de impulsar todo aquello que puede hacer que Cepeda sea un lugar donde se cuide la naturaleza, el paisaje, la arquitectura, las costumbres y tradiciones, la indumentaria, el arte popular, los ritos y las fiestas.

Y con toda esta riqueza es por lo que invito a las autoridades de Patrimonio a conceder ese título de Conjunto Histórico a este bello pueblo de Cepeda, lleno de riquezas a conservar y a proteger.

Los que somos pintores y fotógrafos sabemos que Cepeda, es en estos momentos el pueblo serrano que más se merece por méritos propios esta distinción, que públicamente solicito.

Andrés Barés Calama

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