OPINIóN
Actualizado 07/02/2017
Redacción

Era de esperar que, a escasas fechas de que se despeje la incógnita, arreciaran los rumores sobre el relevo de Juan Vicente Herrera en la presidencia del PP de Castilla y León. Para ser más precisos, sobre el hipotético relevo, ya que la intención de Herrera, si Mariano Rajoy no dice lo contrario, es la de apalancarse en el cargo siguiendo la máxima deFelipito Takatún.

Fuera de juego Rosa Valdeón, a los nombres que llevan años en la quiniela de eternos aspirantes, como Alfonso Fernández Mañueco yAntonio Silván, se ha sumado el del vicesecretario nacional de Comunicación del PP, Pablo Casado, quien, a diferencia de los anteriores, no es procurador en las Cortes, sino diputado del Congreso por la provincia de Ávila. Esto último, lo de no tener el escaño en Madrid y no en Valladolid, en teoría tendría ser un handicap, pero en la práctica le convierte en la opción B deseada por Herrera en el caso de que Rajoy no acceda a su pretensión de continuar.

Casado sería el presidente regional del PP ideal para que el actual presidente de la Junta pudiera cumplir su mandato hasta 2019 sin interferencias por parte del partido. Precisamente por no ser procurador y estar en Madrid, no metería las narices en el grupo parlamentario popular ni en los asuntos de gobierno de la comunidad. Como además hay sintonía personal entre ambos, sería el socio perfecto para cohabitar en ese escenario bicéfalo. Y dado que el nuevo presidente regional del partido se convierte automáticamente en el sucesor "in pectore", Casado sería el candidato a la presidencia de la Junta en las próximas elecciones autonómicas. Un plan perfecto para Herrera y el sindicato de intereses que le atenaza.

El problema es que ni Rajoy ni María Dolores de Cospedal, que va a mantener la secretaria general, ni Fernando Martínez Maillo, que se va a consolidar como el hombre fuerte de Génova, tragarían ni por asomo con esa alternativa. Para empezar, porque ninguno de ellos se fía de Casado, cuya vinculación personal con José María Aznar le tiene bajo creciente sospecha. Y después porque el diputado abulense no tendría más apoyo en Castilla y León que el del PP de Ávila, el del presidente provincial de Palencia, Carlos Fernández Carriedo, y, si acaso, el del PP de Valladolid. Respaldo mínimo frente al que concita dentro del PP el que es su secretario autonómico, Fernández Mañueco, que además cuenta con la confianza de Rajoy, Cospedal y Maillo. En resumen, que, para desgracia de Herrera y sus adláteres, lo de Casado no cuela ni de coña.

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