OPINIóN
Actualizado 03/02/2017
Manuel Rodríguez Fraile

Me cuesta creer que alguno de esos seudo-adivinos que pululan por el mundo, conocedor de las predicciones de los guionistas de los Simpson en el año 2000 y el inicio para los chinos del año del Gallo de Fuego, no fuera capaz de pronosticar que en este año se produciría el ascenso a la Presidencia de los Estados Unidos del multimillonario y esperpéntico showman Donald Trump. Un personaje que ha dado tanto que hablar en apenas 15 días de mandato que debemos suponer que su legislatura se nos va a hacer muy muy larga, caso de que llegue a completarla.

El recién estrenado Presidente que realizó gran parte de su campaña por Twiter arremetiendo contra todo aquel que osaba poner algún reparo a sus promesas electorales, es el mismo que hoy quiere gobernar su país como si fuera una de sus empresas, es el mismo que se dirige al mundo a través de decretazos y a sus seguidores con mensajes de 140 caracteres.

"El gallo de fuego americano" quiere dar una imagen de hombre duro, cumplidor de promesas, patriota, defensor de todo aquello que suene a barras y estrellas, y para ello firma leyes para vetan la entrada en el país de inmigrantes y de refugiados musulmanes procedentes de ciertos países, quiere levantar un muro con Centroamérica, amenaza a las empresas americanas que abren factorías fuera del país, retira a EEUU del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica que impulso su antecesor en el cargo, Barack Obama con el fin de hacer frente al creciente poder de China tanto en el comercio como en la economía mundial. Esto último es sin duda una excelente noticia para el gobierno de Pekín, que no sólo se está apoderando del continente africano, también de multitud de empresa europeas, incluso norteamericanas que están pasando a formar parte de su "inmenso patrimonio extramuros".

Fachada, todo fachada, actitudes y formas de hacer de presentador de televisión ególatra más preocupado por su imagen y las respuestas en su Twiter que por el bien y los interés de sus ciudadanos. Pero aunque seguro que al Sr. Trump le gustaría, lo cierto es que no es todopoderoso y el entramado legal y político de su país le impedirá - ¡a Dios gracias ya lo está haciendo! ? cumplir la mayoría de sus bravuconadas de matón de barrio, de "gallo alfa del gallinero mundial". Recuerden que Obama firmó el cierre de Guantánamo al día siguiente de su toma de posesión y hay sigue para vergüenza de todos.

Presidentes y dirigentes de países, unos más que otros, tienen la obligación de "dorarle la píldora", al menos de momento, sin poder hacer mucho más, pero Trump caerá desde dentro, le derribarán los mismo que le encumbraron cuando las consecuencias de su show comience a adquirir tintes melodramáticos para todos, fundamentalmente para sus propios conciudadanos. Cuando dejen de tener gracia sus bufonadas, sus seguidores de Twiter le abandonarán. Jueces, magistrados, alcaldes, actores y actrices, cantantes, deportistas, la liga de baloncesto profesional (NBA), empresas grandes, medianas y pequeñas, compañeros de partido y millones de ciudadanos dentro y fuera del país ya le están haciendo saber que no se puede gobernar contra la razón. Que no se puede rechazar a los inmigrantes en un país de inmigrantes

Negar realidades evidentes como la igualdad entre hombres y mujeres, la necesidad de los flujos migratorios, el deterioro del medio ambiente, la independencia de los poderes en los Estados democráticos, la imposibilidad de poner muros a los efectos de la globalización, los buenos y los menos buenos, además de no ser inteligente es sencillamente imposible.

Dicen que Donald Trump ha remodelado el Despacho Oval de la Casa Blanca, que ha cambiado las cortinas y recuperando el busto del ex primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill, relegando a un lugar menos visible el de Martin Luther King, tal vez sea para no tener soportar día tras día la mirada del pastor de la Iglesia bautista susurrándole: Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda. Pues eso, paciencia.


[i] Presentador o animador de un espectáculo o número, en especial si interviene en él como estrella y si es experimentado o famoso.

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