Por Santo Tomás de Aquino, cuando la Universidad de Salamanca y la Universidad Pontificia celebran a su patrono, antes en conjunto, ahora cada cual por su lado, doctores tienen ambas para resolverlo, piensa uno en el festejo de 2018. No en todo el VIIIº centenario, con sus pompas y circunstancias, sino en aquella dimensión ineludible que conectará con el origen estricto y exacto del Estudio salmantino. Una dimensión histórica que remitirá a lo religioso, porque en la Catedral de Salamanca vio la luz la Universidad.
Para el relato fiel de la historia universitaria se hace imprescindible acudir a la iglesia principal de la Diócesis, a sus estancias claustrales del templo viejo donde se impartieron lecciones y se formalizaron exámenes de grado, donde brotaron leyendas convenientemente regadas y donde convivieron dos de las grandes instituciones de la ciudad, Cabildo y Universidad. Por ello, en los actos organizados para conmemorar los ocho siglos del Estudio no debiera faltar la Catedral como escenario, referencia y compañera de camino. Esquivarla mermaría el aniversario. Omitirla haría incomprensibles muchas cosas. No se entendería ignorar 1218 si de 2018 se trata.
Y así, junto a diferentes actividades científicas o de divulgación que puedan convocarse, conciertos, exposiciones o publicaciones, imagino el próximo Santo Tomás en la Catedral. Aunque el 28 de enero caiga en domingo y la Liturgia y el calendario académico lo muevan al lunes siguiente. Un Santo Tomás extraordinario que sirva para dar gracias por la fundación que cambiaría para bien el devenir de Salamanca. Un día de fiesta y gratitud que acorte distancias y ensanche diálogos entre vecinos que buscan la Verdad. Si la Catedral fue su cuna, un Santo Tomás para que la Universidad se contemple recién nacida sin recelos ni prejuicios, ansiosa de vivir más y mejor la novedad para la que el mundo la necesita, como siempre pero hoy más que nunca.
En la fotografía, capilla de Santa Bárbara de la Catedral de Salamanca, sede de los exámenes universitarios hasta el siglo XIX.