OPINIóN
Actualizado 23/01/2017
Redacción

Como una liebre aislada por el frío, intento desplazarme hacia mí mismo por el silencio, en plena soledad; pero se cierran todos los caminos. Del horizonte vuelven deshojados los días que habité. La oscuridad se hace más leve y dulce entre mis manos. La toco aquí, ahora mismo, con el alma, y hay tanto amor en ella, tanta paz que encuentro mi cobijo entre sus alas, en esta noche blanca en que el dolor como una liebre herida corre en mí buscando la raíz de la humildad.

Fotografía: Caminos de Arte (Diputación de Salamanca)

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