En los últimos meses he recibido algunas preguntas acerca de cómo escribo las letras de mis canciones, a la vez que veo como proliferan multitud de páginas y cursos que intentan dar las claves para conseguir ser un letrista excepcional.
Escribir canciones no está solo al alcance unos pocos y no existe ningún secreto mágico para llevar una letra a buen puerto. Sólo necesitas saber qué quieres contar y cómo lo quieres contar.
Coincido con algunos de mis compañeros en que escribir canciones es un oficio de artesano, pero discrepo un poco al respecto, porque si un artesano hace algo una vez y luego quiere reproducirlo 20 veces más, el objeto no va a ser idéntico ninguna de esas 21 veces, pero si va a guardar la misma estética, la misma forma, las mismas dimensiones y la misma utilidad (en eso consiste la artesanía, objetos de forma serializada), sin embargo al escribir una canción, cuando haces una, no puedes volver a escribir lo mismo, ni de la misma manera, ni parecido. Ahí entra entonces el significado de la palabra arte, que si bien desciende de la artesanía, trata de hacer obras únicas e irrepetibles.
Nos encontramos con que una canción adquiere ese factor de algo parecido al original cuando se reproduce en directo, pero no en su creación, puesto que un letrista no va a volver a contar lo mismo, tiene que hacer una canción nueva, que ya no será ni mucho menos como la anterior.
Escribir una canción puede ser tarea de unas horas o de semanas. Porque cuando has encontrado un tema para contarlo, sabes cómo quieres que fluya la historia y sabes cuál va a ser su comienzo y su final, a la hora de desarrollarlo puede surgir con fluidez o puede atascarse.
Por eso yo aconsejo no forzar una canción. No es extraño que los letristas tengan infinidad de canciones empezadas pero aparcadas para otro momento, porque la solidez de la historia y el sentimiento que transmite procede de su naturalidad. Si no sale, vuelve a ella en otro momento. Quizá cobre vida por otro lado.