¡Hoy me he cruzado por la calle un oso polar y unos pingüinos haciendo turismo!
Y no me extraña, porque nuestra Salamanca es bonita hasta congelada. Ni las temperaturas bajo cero
hacen que pierda el encanto y claro... ¡todo se arregla con un chocolate con churros!
Eso sí, el que se haya dejado la puerta abierta... ¡que la cierre ya que entra corriente!