OPINIóN
Actualizado 16/01/2017
Redacción

Corteza de chopo. Guimarães ?Portugal- Imágenes y textos: Carlos Blanco

Pasear junto a estos chopos me incita a abrazarlos, acariciarlos, admirarlos? Centenarios chopos que se nutren bajo la tierra de la hermosa población portuguesa de Vimaranes, la actual Guimarães. Fornidos guardianes medievales, siempre vigilantes, que se alzan sobre el Monte Largo, junto al emblemático castillo de esta localidad y en el que nació el primer rey portugués Afonso Henriques (1112-1185)

No los conté, pero eran y son un amplio grupo, salpicados por las laderas del citado monte. De entre ellos, en la distancia, uno llamó mi atención e hizo que me acercase a él de forma pausada, echando pies* sobre su sombra, deleitándome en cada paso a medida que iba acercándome a su base, como gimnasta sobre la barra de equilibrio. Después de aquel acercamiento llegaron la caricia, el abrazo y toda mi admiración.

"No me resisto

a acariciar al chopo

ya centenario"

Escruté hasta la saciedad cada grieta y cada poro de su corteza, justo a la altura de mi rostro. Sus arrugas, aún pletóricas de vida, me hicieron recordar aquel momento de mi niñez en que mi bisabuela materna, de nombre Julia ?como mi madre-, introduciendo su temblorosa y arrugada mano en el bolsillo de su mandil recién planchado, me ofreció algunas nueces, a la vez que una gran sonrisa. La recuerdo muy delgada, sentada en el corral de su casa del pueblo, sobre una silla de madera y esparto, vestida de riguroso negro.

Todo parecía coincidir en triangular semejanza: la arrugada corteza del chopo, la arrugada mano de mi bisabuela y la arrugada cáscara de nuez. Afloraron a mi mente recuerdos y vivencias por pura casualidad.

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