Seguramente a todas las personas le ha sucedido alguna vez que cuando están preparando los garbanzos para un buen cocido se encuentran alguno negro o incomible. En nuestra vida sucede algo parecido con las personas de nuestros círculos más cercanos. En general nos rodeamos de gente afin a nosotros, misma escala de valores, parecidos ambientes, incluso semejante nivel cultural y de vida, pero de repente aparece el garbanzo negro que intenta chafar la convivencia. Se diferencia del resto porque es la persona que siempre lo ve todo negro, o que le molesta algo, que a la inmensa mayoría le parece bien. Suele ser una persona con bastante envidia, bien de la actividad de alguien del grupo, o porque le va bien en la vida y no lo soporta, pero siempre intentará fastidiar. Su tónica general es dar la nota y sobresalir del grupo. Es esa persona a la que casi nadie soporta, pero resulta difícil apartarla. Pues yo propongo que cuando aparezca alguien a nuestro lado con esas características, hagamos lo mismo que con el garbanzo negro, que tomemos una cuchara y lo retiramos del resto. Si esa persona sigue a nuestro lado nos intoxicará, porque su acción suele ser muy negativa y constante. Seamos fuertes y asertivos, no permitamos que amargue nuestra vida cotidiana y a nuestros seres queridos.
La vida es corta y no podemos desperdiciar el tiempo con individuos que no nos respetan ni valoran nuestro trabajo. Consentirlo sería darles un gran poder para seguir fastidiando a todo el que se cruce en su camino.
Yo he realizado una limpieza de agenda y me he quedado con la gente que me quiere, que me valora, que sabe estar conmigo en los buenos y no tan buenos momentos, gente que merece la pena, que aporta felicidad y buena energía cuando estás o te comunicas con ella. He retirado algún que otro garbanzo negro para que mi cocido sea más sabroso.
Desde estas líneas os animo a escoger vivir vuestra propia vida con la gente que merece la pena. Quizá sin saberlo les hagamos un gran favor a todos los garbanzos negros.