OPINIóN
Actualizado 11/01/2017
Redacción

La economía de un espacio natural debe ser entendida como el conjunto de funciones que contribuye al bienestar de la población que son aportadas por dicho espacio natural el espacio natural. Si el espacio está siendo explotado por el hombre el problema de gestión que se plantea es valorar los beneficios y los costes económicos de dicha gestión. Este análisis de los costes y beneficios no puede referirse exclusivamente a las funciones que implican transacción comerciales, si no que cualquier flujo de bienes o servicios que afecte al bienestar de población, sea o no financiero o comercial, debe ser considerado un beneficio o un coste económico

Si bienestar es sinónimo de económico se ha de distinguir entre los bienes que tienen propietarios, individuales o colectivos, de los que no los tienen. Entre los primeros se encuentran todos los bienes y servicios que suelen ser objeto de intercambio, por esta razón se les denomina en este trabajo valores comerciales. En cambio los bienes y servicios que tienen dueño asignado, o que son de todos, por tanto de nadie, son considerados ambiéntale en contraste con los bienes y servicios comercializados. Estos valores ambientales de las cosas no son características intrínsecas, si no que es la sociedad quien da valor a las cosas.

En síntesis, el valor económico total de un espacio natural vendrá dado por los beneficios y los costes económicos que genera para el hombre. Si se acepta el bienestar que origina como su valor económico, entonces se han de conocer tanto los valores comerciales como los ambientales, para de su agregación obtener el valor económico total que proporciona a sociedad el espacio natural, intervenido o no.

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