OPINIóN
Actualizado 02/01/2017
Jesús Garrote

Alguno llegaremos a los cincuenta con muchos errores y fracasos a nuestras espaldas, y eso a pesar de estar rodeado por personas maravillosas tanto en mi familia como en el trabajo. Siempre con la conciencia de tener más de lo que merezco, mi mayor tesoro sin duda son mis hijas.

Agradecido y en deuda con los chicos de la Casa Escuela Santiago Uno y con los educadores que entre todos permiten un proyecto ecosocial que abre oportunidades a muchos jóvenes y niños en contextos de desprotección.

Todo esto parece insignificante ante la magnitud de la crisis de refugiados y guerras como la de Siria. Pero aquí en nuestras asambleas y escritos colectivos aparecen esperanzas e ilusiones para quienes no las tenían.

Cuando está claro que los gobiernos, ni las ONG más grandes han llegado a todos, no entiendo por qué no se aceptan las ofertas que hemos hecho para acoger a familias o menores de los que viajan sólos para ofrecerles una educación integral además de las necesidades básicas cubiertas.

Tenemos algunas recetas que valoran nuestros chicos y les ayudan a curar rencores, formación profesional, circo, cooperación en Marruecos, viajes, etc. Incluso los que acaban en la cárcel, que son los menos, han descubierto que otra vida más feliz es posible y que ellos son muy valiosos.

Actualmente estamos en la calle Santiago número uno. Pero el Ayuntamiento tiene proyectado en esta zona un centro de recepción de turistas y parece que nos quiere ubicar en otro sitio "mejor". Algún vecino de los que piensa que recibimos muchas subvenciones sin aportar nada a la sociedad y que no quiere argumentar en nuestras asambleas y que seguramente reza mucho por los necesitados se lo habrá recomendado al señor alcalde. Seguramente piensen que estaríamos mejor a las afueras, para que nuestros chicos aprovecharan mejor el poco tiempo libre que tienen entre las muchas actividades. Pero encuentran lo mismo en el centro, si nos referimos a droga, etc. No debemos esconder nuestras vergüenzas que son muchas, si no que debemos colaborar juntos en ofrecer lo mejor de nosotros mismos a estos maravillosos chicos y chicas.

No somos familias residuales, llegan quienes no pueden estar en familias de acogida, en adopciones, en familias biológicas o en países sin Servicios Sociales. Somos segundas oportunidades, para ellos y para nosotros. Porque mira que nos cuesta cambiar a los mayores. No basta con opinar con más o menos ingenio sobre lo mal que lo hacen los políticos, hay que comprometerse a compartir aún más nuestras propias familias. Feliz Año nuevo a todos.

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