El 2016 ha llegado a su fin y nos metemos de lleno ya en 2017, con los mejores deseos y esperanzas para que este año que empieza sea, como mínimo, mejor que el anterior. Son muchos los retos que nos abordan este año y, sobre todos ellos, nos encontramos uno que lleva décadas encima de la mesa sin que le demos una solución satisfactoria: la despoblación y el envejecimiento de nuestra zona.
Año tras año el INE nos regala por Navidad un nuevo censo con una muestra del retroceso demográfico de la zona (sin que nuestras autoridades se alarmen por ello, por supuesto). Este año, dentro del partido judicial de Vitigudino, el Gordo de la despoblación se lo lleva el propio Vitigudino, que ha perdido 66 habitantes, al cual le siguen en este ranking Lumbrales (-38), Villarino (-23), Villavieja (-23) y Masueco (-23).
No obstante, si en vez de respecto al año pasado, ampliamos la mirada a lo que ha ocurrido desde el año 2000, el paisaje de nuestra demografía no puede ser más desalentador. Así, el récord de despoblación en el periodo 2000-2016 lo obtiene Lumbrales, que ha perdido 513 habitantes, al que le siguen las otras dos principales poblaciones de la zona: Vitigudino (-494) y Aldeadávila (-446).
Un poco más distanciadas en despoblación, pero con grandes pérdidas, aparecen Villavieja (-281), San Felices (-203), Villarino (-198), Vilvestre (-185), Pereña (-180) o La Fregeneda (-177), en una espiral de pérdida de habitantes de la que solo se ha librado un municipio del partido judicial: Tremedal de Tormes (que ha ganado 1 habitante en este periodo).
En proporción a la población de la localidad en cuestión, y dejando a un lado las ya mencionadas, llaman la atención las pérdidas de Masueco (de 473 a 325), Cipérez (de 439 a 278), Sobradillo (de 376 a 242), Yecla (de 357 a 261), Mieza (de 354 a 226), Villar de Peralonso (de 344 a 249), Encinasola (de 297 a 184), Cerralbo (de 256 a 170) o Valsalabroso (de 232 a 146).
Asimismo, la despoblación está llevando a algunos municipios a unos mínimos que en no muchos años pueden llevarse por delante la propia existencia de sus ayuntamientos. Este podría ser el caso de Brincones (que ha pasado desde el año 2000 de 108 habitantes a 58), Peralejos de Arriba (de 70 a 43), Iruelos (de 65 a 36) o Espadaña (de 50 a 32).
No obstante, no parece que el panorama vaya a cambiar mucho a corto plazo en nuestra zona. Nos hace falta inversión, pero inversión real, que pueda tener una finalidad más allá de tener una plaza o una calle con asfalto renovado. Nos hace falta por ejemplo dejar de vivir de espaldas a Portugal y a Zamora, esos vecinos que están ahí, se les tiene simpatía, pero con quienes el intercambio comercial es muy escaso.
El puente internacional de Masueco sigue siendo necesario, en tanto que supone abrir una nueva vía de comunicación (y por tanto también de comercio) con Portugal, rompiendo esa imposibilidad de paso hacia el país vecino que se da entre Saucelle y Fermoselle.
Y ya que hablamos de Fermoselle, bien podría plantearse el acceso hacia esta villa y hacia Bemposta a través del paraje de Ambasaguas en Villarino, el cual abriría a Villarino hacia Mogadouro (localidad de más de 3.500 habitantes que se quedaría a unos 35 kms, en lugar de los 60 kms actuales), o a Sendim (de 1.366 habitantes, que pasaría a estar a apenas 20 kms por carretera, en lugar de los 47 kms actuales).
Veremos, en todo caso, qué nos depara el año nuevo, si se iniciarán las obras previstas para la adecuación de la vía férrea de La Fregeneda, si se abrirá la mina de Barrueco, si se paralizará la amenazante mina de uranio de Retortillo, o si por fin encontrar un vino de Arribes en los bares de la provincia dejará de ser una odisea, fomentando que su consumo cree empleo en nuestra zona.
¡Feliz y próspero 2017!