OPINIóN
Actualizado 31/12/2016
Julio Fernández

Profesor de Derecho Penal de la Usal

El pasado jueves 29 de diciembre, el Ayuntamiento de Madrid aplicó la normativa sobre contaminación atmosférica y las ordenanzas municipales para determinar que en la almendra central de la capital sólo circulasen los vehículos con matrícula impar, además de autobuses, taxis, bicicletas y motocicletas, vehículos con distintivo cero en emisiones, los vehículos que transportaran un mínimo de tres personas y los vehículos de movilidad reducida.

Efectivamente, la Ley 34/2007, de Calidad del Aire y Protección Atmosférica y el RD 102/2011, establecen claramente a partir de qué límites de sustancias contaminantes puede restringirse el tráfico de vehículos. Por su parte, la ley 6/2014 atribuye a los municipios la competencia de restricciones de circulación a determinados vehículos en vías urbanas por motivos medioambientales.

En estos días, y debido a condiciones meteorológicas adversas (ausencia de lluvia y de viento), los episodios de contaminación atmosférica por dióxido de nitrógeno son elevados en la capital de España. Por tal motivo, la decisión del ayuntamiento de Madrid parece adecuada. Además, esta decisión está amparada en informes técnicos y sanitarios, que alertan de los altos niveles de contaminación y que, a largo plazo, pueden provocar afecciones respiratorias graves. Según e informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente, el 85 % de los habitantes de las ciudades de la Unión Europea respira sustancias tóxicas y alrededor de 467.000 personas mueren al año por la contaminación, además de dañar la vegetación y los ecosistemas.

Madrid no es la primera ciudad que adopta medidas de restricción del tráfico en el área urbana por estos motivos. Otras ciudades europeas como Atenas, París, Londres, Berlín, Oslo, Estocolmo, Helsinki, Copenhague, Ámsterdam, Viena, Budapest, Bucarest, Lisboa o Dublín (por citar algunas de las más importantes) ya han adoptado medidas incluso más drásticas que Madrid a la hora de prohibir la circulación de ciertos vehículos por las zonas urbanas más contaminadas. Berlín, con la creación de los determinados "espacios verdes urbanos", lleva prohibiendo, desde hace años, la circulación de vehículos más contaminantes por esas zonas. Como consecuencia de ello, en 2012 Berlín redujo más de un 50 % las emisiones de partículas diesel y un 20 % las de óxido nitroso, componentes químicos relacionados con enfermedades cardiovasculares. En París, también existe prohibición para la circulación de vehículos matriculados antes de 1997, durante los días y horas de mayor tráfico semanal (de lunes a viernes). En Londres también hay prohibiciones para la circulación de vehículos más contaminantes en áreas de mayor tráfico.

En una situación como la actual de altos índices de toxicidad en el aire que se respira en Madrid, no parece muy razonable, políticamente hablando, que desde el grupo municipal del PP en el ayuntamiento de Madrid se califiquen las medidas de restricción de vehículos por parte del equipo de Gobierno de Manuela Carmena, de "ideológicas" (en el sentido más peyorativo de la palabra) o de "abusar de las prohibiciones" por parte del grupo municipal de Ciudadanos. A su vez, la populista Esperanza Aguirre lleva todo el mes de diciembre criticando sin tregua la decisión del Ayuntamiento de Madrid de cortar al tráfico la Gran Vía madrileña (una de las arterias urbanas más importantes y de mayores índices de contaminación). Con estas declaraciones, Esperanza Aguirre cae en una grave contradicción, porque en una entrevista realizada hace unos años manifestó que si llegara a ser alcaldesa de Madrid y ante un episodio de alta contaminación no le temblaría el pulso en restringir la circulación de vehículos en el área urbana porque "las ordenanzas están para cumplirlas". Esto es un síntoma claro que no sólo existe una grave situación de contaminación atmosférica en las grandes ciudades, como Madrid, sino también gravita una permanente y siempre relevante contaminación política. Es una vergüenza que en los 24 años que lleva gobernando ininterrumpidamente el PP en la capital de España no se haya avanzado más en la lucha contra la polución y en crear una ciudad más ecológica, saludable y habitable. Tan solo cuenta con 100 puntos para cargar vehículos eléctricos y apenas tiene carriles bici, cuando otras ciudades europeas, incluso con menor número de habitantes, cuentan con innumerables espacios medioambientales, infinitamente más que Madrid.

No obstante, es cierto que las medidas de restricción adoptadas son importantes, pero, a mi juicio, insuficientes. Afortunadamente (y todo hay que decirlo) Madrid cuenta con unos transportes públicos (metro, autobuses, trenes de cercanías y taxis) cómodos, rápidos, seguros y menos contaminantes, por lo que la utilización del vehículo privado para trasladarse por el centro de la capital resulta innecesario. Madrid y el resto de las ciudades españolas tienen que avanzar en la promoción de transportes más ecológicos y públicos y mejorar las condiciones de infraestructuras para fomentar la utilización de bicicletas, de manera real y efectiva.

De momento, disfrutemos durante estos días de asueto de fin de año, de la excelente calidad del aire de las Arribes del Duero y aprovecho, desde una de sus atalayas más emblemáticas, el Mirador de la Code de Mieza, para desear a todos los lectores de "Salamanca al día" un FELIZ AÑO 2017.

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