OPINIóN
Actualizado 29/12/2016
Redacción

El cuarto y último capitulo del documental "Muerte en León", emitido ayer por el canal Movistar+, encerraba toda una sorpresa: la fluida e inexplicada relación (telefónica) mantenida por Triana Martinez, la hija de la asesina confesa de Isabel Carrasco, con un asesor del Presidente de la Junta de Castilla y León.

El documental, realizado por el británico Justin Webster con guión del periodista Enric Bach, revela que el tráfico telefónico mantenido por Triana durante los meses anteriores al crimen tiene dos interlocutores preferentes: su amiga la policía municipal Raquel Gago, condenada también en el caso, y ese misterioso asesor que presta sus servicios en el Gabinete del Presidente de la Junta. El contacto telefónico entre este último y la hija de la asesina de Carrasco es tan fluido que, según el trabajo de Webster y Bach, entre enero y mayo de 2014 ambos mantuvieron comunicación diaria. La víspera del crimen hablaron durante más de una hora y volvieron a hacerlo durante tres minutos el mismo día 12 de mayo, día del asesinato.

Por increíble que parezca, aunque el listado de comunicaciones telefónicas de Triana figura en el sumario, nadie, ni la policía, ni el fiscal, ni el instructor de la causa, se molestó en investigar la relación mantenida con el asesor presidencial, como así reconocía éste a Webster en conversación telefónica mantenida el pasado 2 de noviembre. Aunque no accedió a mantener una entrevista formal, el documental rotula que el colaborador del presidente de la Junta "no se acuerda de que hablaron esos días" y "dice que Triana siempre le llamaba porque buscaba trabajo". Por su parte, la propia Triana califica a su interlocutor "como amigo de la familia".

En medios jurídicos nadie se explica cómo esa fluida relación de una de las acusadas no fue investigada y pudo pasar inadvertida en la vista oral. Los abogados de la familia de Isabel Carrasco manifiestan en el propio documental su extrañeza ante tan insólita omisión. "Prefiero pensar que ha habido una negligencia y no una ocultación deliberada", manifiesta la letrada Beatríz Llamas.

Aunque presumiblemente la relación entre Triana y el asesor sea colateral al caso, puede que alguien, queriendo hacer un favor a Juan Vicente Herrera, al final haya conseguido todo lo contrario. Sobre la identidad del susodicho, no hace falta ser de Burgos para saber que atiende al apodo de"Polín" y que su cometido en el Gabinete del Presidente es el de una especie de recadero, solícito y presto, eso sí, para hacer bulto siempre que la ocasión lo requiere.

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