OPINIóN
Actualizado 24/12/2016
José Fermín Rozas

En la Calle de Cervantes ha nacido un frondoso "jardin espontáneo" que da otro color.

Tras comprobar personalmente esta semana la ruina de la actividad comercial en la Gran Vía madrileña, me acerco a otras más cercanas. Hace unas semanas ya hablé de espacios abandonados, solares o casas, todavía repartidos por el casco histórico salmantino. Como decía entonces es indudable que se ha avanzado, gracias sobre todo al impulso urbanístico del Ayuntamiento de Jesús Málaga de medidos de los 80, sobre todo por el "Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Recinto Universitario y Zona Histórico-Artística". Hoy inexistente a pesar de la obligatoriedad, y promesa a la UNESCO, de contar con uno nuevo, que no parece correr prisa.

Este lleva ya tiempo también en la calle de Cervantes.

La crisis llegó mucho antes a la Calle de Cañizal.

No me olvido que fue un alcalde malísimo, un cáncer vamos, recordando viejas campañas de desprestigio personal hacia él. Claro que, con alguna Polémica aparte, no le nacieron centros comerciales u hoteles en la ilegalidad más absoluta y con daño público, ni tampoco se le fueron por la negligencia administrativa 20 millones de Euros en transferencias (de edificabilidad), ni se le caían murallas ni otras sorprendentes cosas que han acaecido desde 1995. Incluso, es el colmo, intentó acabar con la plaga de solares que todavía es perfectamente visible. Es cierto que desde entonces gobierna el Partido Popular y han desaparecido solares o casas abandonadas, pero también nacieron otros. Incluso protegidos se deja que lleguen a la ruina para que desaparezcan sin más problemas, pura casualidad que aparezca algún conocido tras esas cosas.

En la Calle de Rabanal hace años nacieron estos dos solares, uno por el abandono que hundió el edificio aunque quede la cáscara. El otro con un vallado discutible.

En este caso tras la Catedral, perfectamente vallado y con decoración "libre y popular", la casi desaparición de la manzana se ha reducido sólo a este solar.

Con la crisis económica esta de la que salimos pero seguimos en ella, en realidad un cambio de modelo como confirma la reaparición de los neoliberales más recalcitrantes disfrazados de honrados hombres (y alguna mujer) de orden (y sentido común al decir de alguno), no parece que este problema esté en vías de encauzarse salvo algún repentino pelotazo. Al menos, salvo alguna excepción, están correctamente vallados.

Aunque sólo sea por el turismo del que tanto se alardea, parece que debería preocuparnos mucho más. Si de verdad se quiere resolver, es fundamental acelerar la redacción del Plan Especial y aquellos instrumentos urbanísticos necesarios para impulsar una decidida y definitiva recuperación del espacio más señero de la ciudad, que también da de comer a mucha gente. Y luego aplicarlos, claro.

Hace pocos años apareció este mordisco en la Calle de San Pablo.

Lindando con lo que queda de tapia del Convento de las Claras, Calle de los Mártires, se mantiene ese espacio que en invierno se convierte en zona verde.

No sé si pedir que esta iniciativa se extienda al resto de la ciudad, donde existen algunos notables agujeros y operaciones urbanísticas a medio hacer, supere en exceso las posibilidades intelectuales de nuestros dirigentes más cercanos. Aunque a lo mejor para ellos no es ciudad excepto en campaña electoral, salvo que alguien precise alguna acción de urbanismo a la carta. Y hablando de intercambio epistolar, qué mejor que combatir las ilegalidades urbanísticas con una carta recordando amigablemente que, hombre resuelve el problema que no tengo ganas de aplicar la ley tal y como se debe. Al menos parece que retiran carteles "publicitarios" de obras como en San Polo.

Junto a la iglesia de Santo Tomás de Canterbury hay dos edificios abandonados desde hace años a los que la burbuja inmobiliaria no llegó.

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