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La Navidad
no siempre suscitó
este encuentro blanco
con la noche, no había puesto
su fuego en la esquina del aire.
El mundo tenía otra forma
cuando yo desconocía el orden
de los números. No recuerdo su aspecto.
No sé si era como un jaguar o un sueño.
Creo que era como un dibujo.
Fue cuando llegué al mar y las gaviotas
volaban en círculos frenéticos y las olas azotaban
las rocas con sus manos. La luz de la luna se partió
por la mitad y apareció él por primera vez.
Ahora lo veo camino a mi ventana,
dejando atrás la hoguera en la nieve
del pueblo lejano. Yo apago la luz.
Él llama a mi puerta.
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