OPINIóN
Actualizado 23/12/2016
Marta Ferreira

¿Recuerdan la letra del famoso villancico?: "La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va. Y nosotros nos iremos, y no volveremos más". Es una letra demasiado triste en la víspera de la Nochebuena, pero está llena de verdad. Algunos le temen más que a un nublado a este día y sobre todo a esta noche. Nos coloca ante el misterio del tiempo que pasa y no vuelve y nos arrastra con él. ¿Quién no recuerda a los suyos que se fueron, precisamente esta noche? Aunque se quiera evitarlo, vuelven y se hacen presentes. ¿A quién no se le hace un nudo en la garganta en algún momento de la cena? Afloran los recuerdos y no hay quien los pare. Ellos están ahí, no los vemos, pero sabemos que están. Constituyen como un telón de fondo.

No está mal que así sea, aunque si pudiéramos lo evitaríamos. Tener en cuenta que somos mientras vivimos y que por tanto también nos iremos y que, tal vez si tenemos suerte, alguien que nos quiso nos recordará en esta misma noche. Por eso, como casi siempre, al acostarme abriré alguno de los libros de mi adorado Dickens y recordaré que ha llegado la Navidad. Es bueno leer a Dickens siempre, pero es inmejorable hacerlo mañana. Nadie ha escrito sobre la Navidad como él, de un modo profundo y nada relamido ni sentimentaloide. Charles Dickens ha escrito mejor que nadie sobre los sentimientos y precisamente por eso jamás cayó en el sentimentalismo.

¿Qué es la Navidad para Dickens? Es el tiempo en el que se nos permite ser buenos, sin miedo a caer en el ridículo. Si uno no va a ser bueno ni en Navidad, ¿cuándo lo será? Los muy malos, nos lo recuerda, tienen esa noche la gran oportunidad de su vida: hacerse buenos, transformarse, cambiar para mejor. Es la gran ocasión que el buen Dios le da a todo el mundo, gratuitamente. ¿Recuerdan algunos de sus mejores personajes, como los del "Cuento de Navidad"? El viejo avaro Scrooge, malo como él solo, encuentra esta noche la revelación que va a cambiar su vida. El mensaje es bien sencillo: estás perdiendo tu mejor oportunidad, la única que vale la pena: ser feliz, y solo puedes serlo amando a los demás en vez de odiarlos. La Navidad, según Dickens, y su mensaje, sería este: vive a tope ayudando a quien te necesita. Cuando te mueras no te vas a llevar nada material, solo te acompañará el bien que hayas sembrado en tu vida, que nunca perecerá.

Cuando Scrooge despierta de su pesadilla, mira a la calle y comprueba que está vivo, que todo es posible para él, que la vida empieza para él precisamente esta Nochebuena, y se da cuenta de que esta oportunidad, la última que es lo mismo que la primera, no la va a perder. Que su vida no la va a perder, que la va a ganar acercándose a los demás, a los más necesitados que tiene justamente a su lado y que nunca había reparado en ellos. Cae en la cuenta de que el tiempo sigue abierto para él y surge la esperanza. El mensaje de la Navidad, según Dickens, es que la vida podemos perderla o ganarla y que esto último solo se logra haciendo el bien.

Lo recordaré mañana por la tarde en que siempre, como un ritual imperecedero, me echaré a la calle del brazo de mi padre, pasearé la Rúa, me detendré en La Industrial a recoger una tarta que le he encargado a mi amiga Irene al tiempo que admiraré su delicioso escaparate, daré una vuelta por mi querida Plaza Mayor, y al oscurecer regresaremos a casa a preparar la cena con mi madre. Esa noche, esta noche, junto a mi hermano Ángel, estoy segura de que, como siempre, sentiré que pasan cosas distintas, inesperadas, que he estado aguardando todo el año. Aunque estemos solo los cuatro, no me cabe ninguna duda de que allí, junto a nosotros y aunque no los veamos, estarán muchos más, seres benéficos que no se cansan de guardarnos cada día, pero que precisamente esa noche, la más importante del año, no pueden faltar. Porque ha llegado la Navidad, silenciosa pero refulgente.

Marta FERREIRA

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