OPINIóN
Actualizado 23/12/2016
Eugenio Sánchez Redondo

La casa en un barrio humilde, un panadero sacando once hijos adelante con su pan. Amasando ternura con manos de madre.

Entre los catorce, el inquilino del patio bebe y se alimenta con la luz que entra por los resquicios de los agrietados muros. Uno más en la familia, los pajarillos en las cunas y en los nidos pían por su mendrugo de harina, agua y levadura. Los pipiolos más avezados trepan para defender las murallas y las ramas del laberinto de sus juegos, una piedra con tino vale para conquistar el castillo. Las hordas de infantes aturullan al enemigo vencido. Suena a lo lejos la llamada del cucharón de madera en el perol de sopa.

En la mesa se forma la cola según el tamaño y el hambre.

El país de nunca jamás del barrio humilde crio bien a sus huestes, el árbol con raíces tornó forma humana y su progenie hallará en la memoria de sus ancestros una bella historia en la que creer.

Y fue y es verídica esta historia.

A la familia Gómez Mateos, maestro, con ciertas licencias y cariño.

Foto: L.H.

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