Hace poco más de una año, una imagen sacudió la conciencia de los ciudadanos europeos; el cuerpo de Aylan, un niño sirio de apenas tres años, era sostenido, ya sin vida tras morir ahogado, por un policía de la costa griega.
Autor: Jesús Martín Piñuela, activista de los Derechos Humanos
Las Organizaciones Internacionales vienen denunciando que, desde entonces, otros cientos de menores, como Aylan, han fallecido en parecidas circunstancias sin que la comunidad internacional haya hecho nada para resolver una situación tan dramática.
Para entender el conflicto debemos retrotraernos a la llamada primavera árabe de 2001. Como consecuencia de la misma en marzo de 2011 se produjeron manifestaciones multitudinarias en toda Siria para pedir mayor libertad en un régimen dictatorial. La campaña de represión por parte del Gobierno Sirio fue brutal. Dicha situación derivó en un conflicto internacional en el que diferentes Estados apoyaron y lo continúan haciendo en la actualidad a los rebeldes, por un lado, o al Gobierno Sirio. Se ha llegado a decir que los Estados vecinos de la zona se enfrentan a tiros en Siria. En medio se encuentra la población civil que está sufriendo una catástrofe humanitaria. Según datos de Amnistía Internacional, en septiembre de 2015 habían muerto alrededor de 220.000 personas y otras 12´8 millones necesitaban asistencia humanitaria urgente dentro del país. Más del 50% de la población siria está situación de desplazamiento, en necesidad de protección internacional. De ellas, 7´6 millones se encuentran desplazadas dentro de Siria y más de 4 millones han tenido que buscar refugio en otros países.
Si lo descrito hasta ahora es un desastre, desde el punto de vista humanitario, aún es mayor la violencia a la que se enfrentan mujeres y niñas. Tanto las fuerzas del Gobierno y sus milicias afines, como los grupos armados de oposición como el Estado Islámico son responsables de violaciones, actos de violencia sexual y embarazos forzados generalizados. Las mujeres refugiadas mencionan a menudo el temor a ser violadas como importante factor determinante en su decisión de huir de Siria.
El conflicto sirio hacía inevitable la salida de millones de personas buscando paz, tranquilidad y un futuro para ellos y sus familiares. La inmensa mayoría se concentran en los Estados vecinos como Líbano, Jordania o Turquía. Una cuarta parte de los refugiados sirios optaron por Europa como destino de su futuro.
En nuestro continente nos encontramos con políticos que llevando el cinismo a su mayor nivel convierten a los refugiados en un enemigo exterior al que combatir para salvaguardar a los ciudadanos europeos de una crisis que tiene otras causas muy distintas. Una parte, cada vez más importante de la sociedad, asume unos argumentos indefendibles atendiendo a la población y nivel de riqueza en nuestro continente o simplemente no actúa sumida en sus problemas cotidianos. Mientras tanto, los Estados Europeos incumplen la Convención de Naciones Unidas sobre los Refugiados (1951) e incluso externalizan la atención a dichos refugiados en otros Estados como Turquía que no suponen una garantía en el cumplimiento de los Derechos Humanos, o incluso levantan vallas sobre sus territorios.
En este conflicto está en juego la dignidad humana, tanto de los refugiados como de los que estamos al otro lado de la frontera. Un mundo en el que se respetan los Derecho Humanos, no sólo es un mundo más seguro sino que nos hace a todos más libres.