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OPINIóN
Actualizado 19/12/2016
Redacción

El Rastel es un rincón solidario donde cabe todo, la música y la cerveza, el apoyo, la memoria, la madera cálida y el encuentro que se hace acto. Ahí en una tarde de frío, se recuerda al poeta comunista Marcos Ana en un acto organizado por las Juventudes Comunistas y medio de un ambiente de reivindicación y letra, de política y reconocimiento. Marcos Ana, fallecido el 24 de noviembre de este año, no solo fue el preso que más tiempo estuvo en las cárceles franquistas. Su férrea voluntad, su obra poética marcada por la ideología y su trágica historia, nos recuerdan que la memoria va quedando sin testigos. Un testigo, curiosamente, de nuestro campo de Peñaranda, el salmantino Marcos Ana.

Nacido de pobres jornaleros muy católicos, Fernando Macarro, quien tomaría su nombre del de sus padres, creció en Ventosa del Río Almar y, una vez instalado en Alcalá de Henares, cambió su fuerte convicción católica por las ideas comunistas. Muy joven para entrar en el ejército, Marcos Ana asistió a la muerte de su padre por un bombardeo y ya en Madrid, entró en contacto con Rafael Alberti, cuyo eco poético leemos en los versos de este joven encarcelado para ser condenado a muerte y recluido durante 23 años. La vida de Marcos Ana, a través de anécdotas relatadas con la cercanía y la pasión que Ángel García imprime al acto, se desarrolló pues tras los muros de esa cárcel que constituiría la sintaxis de sus poemas: Breve es el diccionario de los presos/Tiene palabras frías como espadas: Recuento. muros, cerrojos./ El patio. Preso entre los muros obcecados, solo la presión de la recién creada Amnistía Internacional logró su excarcelación en 1961. Marcos Ana, lejos de amilanarse, recorrió Europa y América hasta la muerte de Franco defendiendo los derechos humanos y participando, a partir de 1975, en la vida activa del Partido Comunista. Su militancia, su humildad y su compromiso le convirtieron en la figura indispensable que Viriginia Carrera, concejal del Ayuntamiento de Salamanca y Jorge Sarrión, procurador de las Cortes de Castilla y León, evocaron con admiración y cercanía. La misma con la que Fernando Saldaña, siempre presto a ejercer de mago con su sonrisa, su ironía y su baraja de cartas, nos presentó a un personaje denostado por quienes leen la historia desde su única perspectiva.

Un acto de reivindicación, de memoria, de palabras? las palabras, los versos que, otro poeta, Raúl Vacas, rememorará con emoción. Palabras sencillas para describir el dolor por la pérdida España es solo el grito/de mi dolor que sueña y por los años en los que, en el relato emocionado de Ángel García, olvidó la geometría de los horizontes y de los árboles. Un hombre que representa la memoria de un país que aún sangra por ciertas heridas, como recordó Virginia Carrera cuyo grupo en el Ayuntamiento pidió la retirada del medallón de Franco de la Plaza Mayor justo en el momento en el que moría el poeta, el militante, el defensor de los derechos humanos, Marcos Ana.

Charo Alonso

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