OPINIóN
Actualizado 19/12/2016
Sagrario Rollán

Alguien dijo que hay que sentarse lo menos posible: no creer en ningún pensamiento, en ninguna idea estancada, que no haya surgido al aire libre y estando en movimiento, no creer en nuestras divagaciones si no son, al tiempo, extravangancias en las que intervengan alegremente también los músculos. Ya los filósofos antiguos, llamados peripatéticos, pensaban caminando.

Casi todos nuestros problemas proceden de la vida sedentaria, por eso a algunos nos gusta caminar, pisar alfombras de hojas secas en otoño, seguir los trazos de las nubes y la niebla en el monte, buscar la primavera en las sendas apartadas antes de que florezca la ciudad, arropar el invierno con nuestras botas, y dibujar huellas y risas sobre la nieve.

Por eso, para celebrar la Navidad no vamos de compras ni nos dejamos seducir por las luces ficticias de los centros comerciales. Nosotros nos vamos al monte... Madrugamos el corazón de domingo, sacudimos la pereza y la grisura de la semana y cargamos las mochilas de entusiasmo, de turrón y un poquito de champán, un pequeño nacimiento, figuritas ligeras y sencillas , como aquellas con las que jugábamos en la infancia, y nos vamos de Belén de Cumbres. Hoy a La Teta de Gilbuena, el año pasado a El Berrueco, lugares tan cerca y tan lejos, donde la vista se esparce y se alegra con la luz o se lava con la lluvia, hace algunos años bebimos agua de niebla y espuma de champán, todo mezclado en Pico Jálama. Las previsiones del tiempo no nos impiden echarnos al camino, si hace bueno disfrutamos, y si llueve o nieva descorchamos la risa mientras vaciamos el agua de las botas a la puerta de la taberna antes de arrimarnos a la chimenea y comernos unas patatas con torreznos...

Caminar es también una manera de distinguir el provecho del beneficio. Ningún provecho sacamos de una larga caminata por el bosque o el monte, no producimos nada que pueda venderse, ni prestamos ningún servicio social que pueda rentarnos ni siquiera agradecimiento, nada... Y , sin embargo, para nosotros el bienestar es total, el beneficio es inmenso. El gusto que encontramos en el camino y el placer de hacerlo en compañía, de compartir esos horizontes, esas caminatas, esas fatigas y luego el merecido descanso, todo ello es el gran regalo.

Por eso hoy que hemos caminado juntos con El Teso, y hemos dejado nuestras figuritas abrigadas de la intemperie, allá en un recodo de La Teta de Gilbuena, nos felicitamos por lo andado y nos prometemos y nos deseamos muchos caminos más, muchas rutas por abrir, muchos kilómetros para desgastar en la suela de nuestras botas, mientras el cuerpo aguante y la amistad perdure.

Contentos de celebrar la libertad de la lluvia, el amor blanco de la nieve, o el transpirar perfumado de retamas y cantuesos, con El Teso nos deseamos y os deseamos feliz navidad y próspero año 2017. Por nosotros y por todos los grupos de senderistas y montañeros de nuestra provincia, por los caminos que nos esperan, por los que ya hemos andado, por las montañas, por las nubes, por la nieve.

Felicidades, amigos de El Teso.

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