Siempre me dijeron, y lo aprendí muy bien, que no había que apagar la luz de los demás para brillar uno mismo o dar brillo a alguien de nuestra cuerda.
Siempre creí y sigo creyendo, pese a algunos,en la libertad de expresión en cualquiera de sus facetas, y que voy a decir de la libertad de promoción, publicidad etc. Pero si encima esta se lleva con la base de ayuda al deporte, a la creación y promoción de barrio, a cualquier causa benéfica, actos de apoyo social etc, en la que, por cierto, nunca he visto a los que nos quitan los plomos.
¿Quizás por qué unos no queremos hacer caja donde no debemos y otros aprovechan cada cm cuadrado?
¿Saben? Bedunia , está y estará mientras me quede un halo de vida tanto física como económica apoyando cualquiera de las causas anteriormente citadas, o nuevas que surjan para promover valores personales o colectivos, en definitiva formas de comportamiento por algunos olvidadas pero de uso estricto en una sociedad que no quiera hundirse por falta de base. Es nuestra forma de promoción, llevar aparejado un objetivo social y colectivo que por ende nos va a repercutir de forma positiva , excepto cuando los ojos de algunos que miran, pero no ven, están con cataratas en tercer grado.
Evidentemente nuestra imagen cobra un aspecto positivo y de posicionamiento cada vez que nuestra marca se asocia a un evento de este tipo, esa es la consecuencia, pero nunca fue el origen, ni tan siquiera ocupo una milésima de nuestro espacio cerebral en buscarla. SOLO queremos ayudar, promocionar, promover, apoyar actos, acciones, deportes...en las que creemos a pies juntos.
Tengo claro, aunque solo sea porque mi historia familiar es la empresa y mi historia personal se basa en ,ya, 30 años de atención al público, a sonrisas y lágrimas después de cada día entregado a mi hobby, la floristería. Ya se que es difícil pensar que alguien o algo se mueve por este ámbito tal y como es, sin dobleces, en una estructura social llena de dobladillos, bajos y botoneras, pero es lo que nos hace felices, ir con la cabeza erguida y poder mirar a los ojos sin miedo a que se nublen.
Tengo claro que siempre hay que estar atento a la evolución, al desempeño con ética y profesionalidad de nuestro trabajo, incluso atento a algún bofetón sin o con sentido de la competencia. Pero no entiendo el no apoyo, el acoso y derribo de quién debería luchar por esas mismas causas y en nuestro mismo barco. ¿O quizás, molesta, él no querer compartir mesa y mantel con formas de vida tan alejadas de la mía?
Claro que puestos a elucubrar voy a pensar que es más fácil apagar el interruptor general que aflojar las bombillas que nos guían y que hacen derivaciones a otras muchas empresas que se mueven por nuestros mismos objetivos de ayuda y apoyo social.