OPINIóN
Actualizado 13/12/2016
Redacción

Organizada por la Fundación ETNOR (Fundación para la Ética de los Negocios y las Organizaciones), el pasado lunes 23 de noviembre el profesor Ignacio Torreblanca ofreció una conferencia en Valencia que llevaba por título "Asaltar los cielos". Es el mismo título del libro que publicó hace unos meses sobre Podemos como fenómeno político. La expresión "Asaltar los cielos" fue utilizada por Pablo Iglesias en el mitin fundacional que se celebró en la plaza de toros de Vista Alegre (Madrid). Con esta expresión se encapsula todo un proyecto político que pretende desbordar los límites de la izquierda tradicional creando una organización eficaz.

En su conferencia aparecieron algunas ideas importantes para valorar la relación entre cambio social y cultura digital. En primer lugar, señaló el carácter de espabilado emprendedor político que tiene Pablo Iglesias porque ha visto una enorme oportunidad de mercado con el populismo 3.0. Con los resultados de las elecciones de 2011, Pablo Iglesias encontró un mercado abierto para su nueva formación política. Su éxito está relacionado con la ruptura de los márgenes partidistas de la izquierda tradicional y, sobre todo, con la creación de una organización eficiente de corte vertical. Un éxito donde el apoyo de las masas no se identifique con los sistemas democráticos de votación tradicional sino con el funcionamiento vertical. Un éxito que exige no enredarse en los debates típicos de la izquierda de todos los tiempos sobre las clases, los trabajadores, los derechos, etc. Para esta organización la política es ajedrez y boxeo, inteligencia y golpeo.

A pesar de su novedad, Podemos es un partido viejo, tan viejo como la política ateniense, se comporta como los partidos viejos en su funcionamiento. En muy poco tiempo ha desactivado el movimiento asambleario y los líderes aceptan a regañadientes las imposiciones que se realizan de arriba abajo. Su permanencia en el tiempo está condicionada a la rapidez de su éxito y a la eficiencia en el acceso al poder.

Su éxito también se explica por el carácter emocional de sus propuestas. Ha recogido el torrente emocional de los indignados, el cansancio del bipartidismo de la transición y el agotamiento moral de las políticas europeas de austeridad. Han gestionado bien las emociones y ahora están gestionando las propuestas. Ahora bien, sólo con la indignación no se puede gobernar. La gente no puede estar indignada dos años, los ciudadanos quieren saber qué se hará con la energía de sus movilizaciones y, de momento, priman más los eslóganes emocionales camaleónicos que las propuestas de reformismo institucional constructivo.

Este populismo 3.0 intenta aplicar a la política europea los eslóganes y esquemas que sus líderes han aplicado en Venezuela, Bolivia y Ecuador, sin darse cuenta de que estamos en sociedades muy diferentes. La forma en la que Podemos ha apoyado ha Syriza en Grecia es una muestra clara de que el populismo en Iberoamérica tiene características diferentes que el populismo europeo. La falta de crítica a los regímenes tiránicos y no democráticos ayuda poco a un discurso político que Torreblanca califica como "camaleónico". No son los derechos humanos y el respeto a las reglas de juego limpio las señas de identidad de este nuevo grupo.

Es una herramienta política nueva para un discurso político viejo. Un discurso que se encuentra en los documentos fundacionales y cuya hoja de ruta concede poderes extraordinarios al secretario general. Como señalan algunos críticos políticos, se trata del modelo organizativo del centralismo democrático propio de tradiciones leninistas. Frente a las élites, se identifica con los de abajo. Ahora bien, el diseño institucional concede poderes casi absolutos al secretario general. De esta forma se garantiza la coherencia ideológica y la unidad organizativa. Tras una fachada deliberativa y participativa se esconde lo que Vallenilla Lanz llamó "cesarismo democrático".

Pablo Iglesias se juega mucho en las próximas elecciones y por eso está cerrando alianzas con partidos populistas que han alentado el descontento y la movilización ante la crisis (Compromis en Comunidad Valenciana). No lo tendrá fácil porque el porcentaje de votantes que utilizan las redes es menor del que se imaginan los líderes, porque el voto urbano no es el único que se debe conquistar, porque los jóvenes son más listos de lo que ellos se imaginan, porque la clase media no es tan mediocre como ellos se piensan y porque las mayorías electorales en España dependen de un señor francés: Víctor D'Hont.

@adomingom

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