La otra mañana, cuando regresaba de la guardia abriéndome paso a duras penas entre la niebla que todo lo callaba y adormecía, me atreví a interrumpir su silencio sintonizando la radio del coche. Entrevistaban a Gloria Pascual, del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, que era actualidad por un hallazgo en relación con las metástasis de determinados tumores de cavidad oral, algo que han probado en ratones y ahora confían en plasmar en humanos con frutos terapéuticos. El titular, según los medios, puede ser más o menos ajustado a la realidad del descubrimiento. El cuerpo de la noticia, esperanzador. Sin duda, es un avance valioso y prometedor. Pero de todo, me quedo con la entrevista a Gloria.
Al escuchar a esta investigadora, de treinta y nueve años, se me vino a la mente el dicho que titula la columna. La virtud cardinal en una científica prudente. Y humilde, muy sencilla al explicarse, agradecida por la llamada, sin darse aires, gente normal. Junto a la prudencia, tan necesaria, y no sólo eso, sino imprescindible, ojalá este progreso, junto a otros de mayor o menor impacto que se producen en los maltrechos laboratorios españoles, nos ayuden a ser conscientes de que no pueden sobrevivir inmersos en tanta estrechez. La Ciencia cuesta, y aunque el esfuerzo personal de Gloria y de tantos otros biólogos, médicos, químicos, farmacéuticos? no es cuantificable, merecen un salario justo, medios suficientes y estabilidad laboral. Que se confíe en ellos. Que al terminarse la beca no se les presente el abismo del paro o la invitación al exilio, injusta en sí misma.
Una nación prudente ha de buscar cómo enderezar de una vez su torcida torre de PISA, que forman todas las plantas y escaleras. Las desigualdades han de preocuparnos, entre comunidades autónomas y entre centros educativos: quizá las reválidas tampoco eran el ogro que se ha caricaturizado si aspiramos a un seguimiento objetivo de los dispares niveles. Pero más aún, que nos preocupen las carencias generales. También los alumnos de nuestras regiones leonesa y castellana, que en algo somos primeros, habrán de comprender mejor lo que leen y habrán de razonar más científicamente. Qué bueno sería que la prudencia de Gloria y su humildad fueran ejemplo, el modelo a seguir. Ella el fin de semana no lo dedica a ofrecer un concierto multitudinario ni a poner gestos tras marcar un gol, sino que se pasa un rato por el laboratorio a ver cómo están sus ratones.
En la fotografía, alegoría de la Prudencia en la fachada de las Escuelas Mayores (Universidad de Salamanca)