OPINIóN
Actualizado 09/12/2016
Eugenio Sánchez Redondo

Su mundo es particular, propio, íntimo, sólo algunas personas se adentran en el misterio de lo insondable.

Intentó entrar en su cuerpo y su mente, miró a través de sus gafas de lejos y descubrió una nueva aventura cada día.

No te pudo hablar con las palabras que conocemos, su mundo es otro mundo en este mundo. Su letra posee una caligrafía única, "ha patentado su forma de andar" (Sabina), es un correcaminos en ciernes.

No aspira a letrado, ni a doctor ni a carrera diplomática, sólo nos pide una oportunidad para poder ser como es; "feliz".

Fue a parar a buen nido y "los otros", nosotros, tenemos que aprender a ver con su mirada sencilla, adaptar nuestro caminar a la pausa, entender los cómplices silencios, viajar con la maleta de nuestros años a la cándida niñez.

Él lo dice todo, debemos escuchar.

No es fácil, hubo y habrá lágrimas, bien se sabe. Mas existe el abrazo que calma, las manos que libran de piedras los caminos, el aleteo de la esperanza en que él nos hace mejores a todos. Sólo necesita una oportunidad en cada despertar, su mochila está repleta de mariposas blancas.

Porque Jorge irá de tu mano.

A Celeste, Juan, Carla.

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