OPINIóN
Actualizado 06/12/2016
Juan Sebastián González

La brisa del viento atravesando las copas de los árboles milenarios, la risa de nuestros seres queridos, las notas musicales que nos remiten al momento más romántico de nuestra vida, el primer llanto de nuestro hijo en mitad de la noche, el gozo de hablar con la persona que más queremos o la música que acompaña a nuestra película favorita, son algunos de los muchos sonidos que nos han acompañado en algún momento de nuestra vida y que se convierten en un auténtico regalo para nuestros sentidos.

¿Quién no ha experimentado en alguna ocasión cierta emoción mientras escuchaba música?
El sonido y la música nos producen emociones, y éstas, modifican nuestra fisiología, nuestras hormonas, alteran nuestro ritmo cardíaco y pulsaciones. Existen multitud de momentos en los que utilizamos la música, ya sea de forma consciente e inconsciente.
También la música tiene efecto en muchos de nuestros recuerdos importantes. ¿Quién no ha asociado alguna vez determinada situación con un tema musical?

Las áreas cerebrales que se activan con las emociones y la música son prácticamente las mismas. Cuando el cerebro percibe las ondas sonoras, se producen ciertas reacciones psicofisiológicas. Así, respondemos con emociones y éstas provocan alteraciones fisiológicas como el aumento de la segregación de neurotransmisores y otras hormonas, que actúan sobre el sistema nervioso central.

La música puede modificar nuestros ritmos fisiológicos, alterar nuestro estado emocional y ser capaz de cambiar nuestra actitud mental, aportando paz y armonía a nuestro espíritu. La música ejerce una poderosa influencia sobre el ser humano a todos los niveles.

"El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos" (Oscar Wilde)

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