OPINIóN
Actualizado 06/12/2016
José Javier Muñoz

En la China imperial cuanto mayor era el número de animales mitológicos en los aleros de un edificio, mayor era la importancia de sus moradores. No hay que confundirlos con las gárgolas occidentales, que comenzaron como recurso arquitectónico para desviar el agua de los tejados, y terminaron convirtiéndose durante la Edad Media en símbolos de los horrores y las amenazas de las cuales protegían iglesias y catedrales. Tampoco hay que confundirlos con los animales mitológicos que pueblan el tejado de nuestra izquierda radical, como Marx, Lenin, el Che, Mao, Chavez o Fidel Castro. Estos últimos símbolos son la prueba palpable de que algunos están rematadamente mal de la azotea.

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