¡Que alguien me lo explique por favor! Me canso de ver en RRSS, en prensa, en? ahora que la tumba del dictador ya tiene epitafio que la educación cubana era, es la mejor, la más completa, la de mejor resultado, la más adecuada. Dicho esto por las mismas personas que en nuestro país defienden una educación lasa, una educación sin sacrificio, una educación con alfileres.
Estos y aquellos que, dicen la verdad, la educación cubana tiene un nivel excelente, se le olvido o han obviado cual es el pilar fundamental de la educación, docencia, impartición, o llámenlo como quieran) en Cuba.
Más allá de la educación en Cuba, mi cabeza se centra en la sociedad cubana. No porque yo pueda hablar de un país dónde no he estado, pero si por mi relación con algunos aborígenes de la maravillosa isla. Quizás mi ilusión de plasmar maravillosas fotos de la Habana vieja, de la decrepitud de sus construcciones, y de lo exiguo de sus automóviles gigantes y huecos, sólo se verá compensada viendo la gran colección que mi amigo Jorge ha acumulado viaje tras viaje.
Definitivamente, la piedad por los déspotas no se cuenta entre mis pocas virtudes. Y, como siempre he preferido el cinismo sobre la hipocresía, estoy convencido de que el mundo será un mejor lugar sin él.
De cualquier modo, para mí ya el anciano dictador había muerto mucho tiempo atrás, en una fecha imprecisa, antes que Chavez y quizás entre habano y ceniza sobre el cristal compartida con el pelotero argentino.
Finalmente, se esclarecerá si es verdadero o falso aquel vaticinio de que "Cuba cambiará realmente cuando Fidel haya muerto". Los pueblos que sienten vergüenza de sus destinos suelen arrojar sobre los sátrapas las culpas de su propia irresponsabilidad colectiva, ¡en eso tenemos experiencia!
También están las nigromancias, un buen comodín para la desidia nacional. Hay mucha gente que cree en algún dios, en la fatalidad, en el tarot, en los signos zodiacales, en el tablero de Ifá o en otras profecías de la más variada índole, cuando en realidad solo era un impostor, que pretendía ser a la vez dios, oráculo y mantra. ¡Ojo! Nosotros estamos vadeando en trayectorias a veces similares, buscando culpables en vez de soluciones.
Cuando habla Dora, Aymara, Jorge o muchos de los cubanos con los he compartido "charletas" sobre aquellos lares, que mi retina quiere inmortalizar, siempre dejan de manifiesto que el verdadero poder de Fidel nunca fue el amor de los cubanos, sino el temor inconfesable que estos sentían hacia él, un caudillo irracional y colérico, un sujeto cuya desmedida egolatría solo se equiparaba a su incapacidad para la empatía. Que por miedo consiguió que una nación de tradición católica se acogiera a una nueva fe, Fidel Castro como salvador y el dogma comunista como catecismo.
Y como sucede con cualquier tipo de poder dictatorial, ya sea escondido bajo una democracia irreal, como de un despotismo abrumador un sin número de familias se fracturaban por la polarización política y la emigración tomaban distancia unos de otros, cargados de rencores.
Hubo quienes nunca más volvieron a verse, y murieron sin el abrazo de la reconciliación, otros sobrevivieron de aquella ruptura telúrica y aun recogen fragmentos que intentan recomponer como si fuera un puzzle de su maltratado linaje, aunque ya solo sea por respeto. Respeto y homenaje a los difuntos enemistados por un odio ajeno, eso que vivimos ,aquí, en nuestras carnes y nos empeñamos en revitalizar siguiendo ínclitos personajes.