OPINIóN
Actualizado 23/11/2016
Redacción

Frida se retuerce de dolor y su gesto sin embargo aguanta. Sufre, pinta y ama. Ama demasiado. Y se quiere sentir fea y vulgar, pero jamás lo acaba consiguiendo. Aún sin depilar el entrecejo para parecer más corriente. Pero continúa siendo bella y peculiar en todo. Hasta en sus trajes. Al fondo Diego. Siempre al fondo. Tan gordo como buen pintor y mal marido.

Apuntala su cojera y su columna en los dibujos. Mancha con color y escribe. Y se duele de amor. También se retuerce de dolor que quiere mitigar con todos los calmantes. Su pierna, la cadera, la columna. Y sigue haciendo su camino con toda la rectitud posible. Puede que ya no tenga otro para seguir. Seguir con Diego y a Diego. Hasta el final. Eternamente. Aunque esté ya viejo y obeso en demasía y sea un desconsiderado libertino. Y Frida que se deja llevar grácil y libre aunque sea lastrada por el renombrado peso de Diego (el elefante y la paloma, decían).

Ahora ya la historia peculiar de su desgracia se hizo del todo y por todos conocida. Y transita por el mundo entero en las pinturas, los retratos, las fotos, las historias bien contadas y las leyendas. Con voz propia. Con voz más alta y mejicana. Rotunda. Y hasta llegó a convertirse en bandera para ser enarbolada.

No conozco Méjico pero conozco suficiente a Frida para que sea ella misma quien me muestre (quizá se haya transformado ya en todo Méjico para mí). A Frida y el brillo impecable de su estela. Pueda eso bastarme por hoy. Ser suficiente para calmar gran parte del deseo y recordarla en esta tarde de otoño desde estas breves líneas. Eso es todo.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. > Frida