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A Emilio le han dado donde más le duele. Ahora que las cosas, dice, van mejor, le va a tocar subir los precios en el bar. Eso, o comerse él la subida de impuestos que anuncia el gobierno y que le va a tocar al alcohol y al tabaco, lo ideal para hostelería; a los carburantes, lo suyo para los transportistas y, por ende, para todos, que nos subirán todo, todo, todo.
Vamos, dice Emilio enfadado, que suben los impuestos y bajan su credibilidad.
No es cierto, que todos sabíamos que iba a ser así. Y otras tasas que subirán y nos ocultan por ahora.
Y qué bien montado se lo tienen. Enfadan a sus votantes en los primeros años de legislatura, les convencen de que todo va mejor en el último tramo, y ellos, tan cortitos, se lo creen y vuelven a votarles.
Lástima de mundo tan lleno de Emilios. Lástima de España tan regida por Marianos.