OPINIóN
Actualizado 18/11/2016
Redacción

El Nobel es de Bob Dylan. Podría haber sido el de Leonard Cohen, pero este era un gran poeta de los de siempre, pero distinto. En un artículo anterior dije que al darle el Nobel a un cantante había perdido su identidad. Pero hoy todo está perdiendo su identidad desde el ser humano hasta el universo, los físicos están buscando la "materia oscura" y la "energía oscura", y a lo mejor en su lugar encuentran otra cosa que no buscaban, que dicen que eso es lo bueno, encontrar algo más allá de lo que se busca. Por eso podemos mirar al premio Nobel de Bob desde otra cara del prisma, porque hoy todo es del color del cristal con que se mira. Ya no hay metafísica, ya no hay esencias. Si no las recuperamos. Puede ser que los señores del jurado que se reúnen para conceder el Premio Nobel de Literatura hayan pretendido que la literatura también pierda su identidad. Y así ellos y la literatura están a la "altura" de las circunstancias, que yo no sé si es mucha o poca, ¿quién sabe? Pero así, al menos, si buscamos el lado positivo de las cosas algo bueno será que nos hagamos preguntas; y que los pensadores se pregunten por la identidad del hombre y de los pueblos y naciones. Porque parece que el hombre está cambiando a marchas forzadas y el mundo también; y las sociedades a la vez que se globalizan se fragmentan. De modo que los vaticinadores, los magos de siempre, expertos en sociología y en política no aciertan ni una. Y las encuestas y las estadísticas premonitorias, nada. Sale siempre el gobierno contrario al que pronostican. Pero así los tertulianos pueden pegarse el gran festín. Cómo gozan en la orgía de noticias y de opiniones. Y nunca se termina, porque aquí lo más seguro es que "quién sabe".

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