Vista panorámica de "Campus Pini", Cantalpino, desde el alto del Camino de Peñaranda


LAS VILLAS
Actualizado 18/11/2016
Redacción

Hay algunos de nombres de zonas del pueblo ciertamente poé t icos , como la Torre de Moncantar, señorío del Marqués de Camarasa y de la Pala de Sarga; el Alto de la Rosa , el Molino de la Con c ha o el Llano de los Santos

Los topónimos, o nombres de lugares de Cantalpino, nos han hablado y nos han dicho muchas cosas interesantes. En primer lugar tiene la palabra el mismo nombre de la villa: Cantalpino. Este vocablo se deriva etimológicamente de otros dos latinos: Campus Pini, Campo del Pino. Este fue su primitivo nombre y no es el único por aquí que tenga este origen, pues cerca está Cantalapiedra, que fue Campus petrae. (Campo de la piedra) y algo más lejos la ciudad de Toro que en un principio fue Campigothorum (Campos de los godos) para pasar después a Camp'otoro; igualmente hay otros Villatoro en Avila y en Surgos que fueron Villa Gothorum para pasar a Villa'atoro. y sir ir tan lejos, en la lindera Valladolid está la Tierra de Campos, donde todos los pueblos llevan esta denominación: Mayorga de Campos, Valverde de Campos, etc.

En nuestro caso, el topónimo de Campus Pini pasó por una serie de transformaciones fonéticas hasta llegar a convertirse en Cantalpino: Campo'pino, Canto'pino, Cantaelpino, Cantelpino.

Tras las tribus de alanos que invadieron en aquella fecha nuestro suelo, fueron los visigodos los que se asentaron definitivamente en la Lusitania, provincia romana a la que pertenecía esta región salmantina. Los godos vencedores exigieron de los hispano-romanos vencidos los dos tercios de las tierras que poseían, medida que, en la realidad, apenas fue llevada a la práctica, ya que, en la mayor parte de los lugares, los visigodos compartieron con sus huéspedes, los hispano-romanos regiones, poblados y fincas.

Este debió de ser el caso de Cantalpino. Fue como tantos otros antes citados, uno de los llamados «campos góticos" que los dominadores germánicos se reservaron para sí. La masa boscosa de pinares en el fondo de un antiguo lago desecado, con restos de profundas lagunas y aguas embalsadas, debió recordarles sus tierras de origen, allá en las riberas del Danubio, y eligieron este lugar para fundar un poblado. ¿Fue una finca de recreo o de provisión de caza? ¿Fue una factoría para suministrar maderas de construcción?

Los restos más antiguos que se han encontrado no están bajo el actual poblado, sino más al norte, en un paraje denominado "Campo o dehesa del Pino" que es la traducción exacta del primitivo topónimo. Al mondar unas charcas y zanjas allí existentes aparecieron antiquísimos restos de edificaciones, cimientos de piedras sillares toscamente labradas. Estos restos debieron pertenecer a edificaciones principales, como fortalezas, almacenes, residencia del jefe del klan, etcétera. El resto del poblado lo acostumbraban hacer en aquel tiempo de madera, así como la empalizada de defensa, material deleznable que no deja huellas.


Los topónimos árabes abundan en Cantalpino: el arroyo Morán, huertas de Valdemoraña, tierras de Valdemorille, caserío de Valdemoro, etc. Y para confirmar el origen de los topónimos, restos arqueológicos de indudable factura árabe, como las presas del arroyo realizadas con verdugadas alternantes de piedra y ladrillo y lo mismo estaba la antiquísima fuente de la Muda, llamada antes de la Mora. Junto a ella y en la «tierra de la iglesia», situada entre la carretera de la estación y el sendero de los Villares se han encontrado restos de un segundo poblado: el Cantalpino árabe.

Destruida la fortaleza goda de la Dehesa del Pino, los invasores sarracenos construyeron aquí hacia el siglo X un nuevo Cantalpino: sillares areniscos y plastones de ladrillo y cal se hallan desperdiqados en una superficie de más de una hectárea. Las guerras de la Reconquista, durante las cuales el valle el Duero era en realidad una tierra de nadie, hicieron que este segundo asentamiento no prosperara.'

Hay otros muchísimos topónimos dignos de comentar, como el Teso de la Horca, que recuerda el sitio donde fue instalada cuando el Villazgo; el cerro de la Ermita erigida por el señor de Riolobos, que fue con Diego de Ovalle a la conquista de Chile.

Hay algunos de nombre poético, como la Torre de Moncantar, señorío del Marqués de Camarasa y de la Pala de Sarga; el alto de la Rosa, el molino de la Concha, el llano de los Santos ... Viejos caminos que se remontan a orígenes romanos como el del Codonal o el Carre Mercadana que encontraba con la Calzada de la Plata. Otros referidos a animales, porque allí tendrían su hábitat: Las Zorreras, arroyo Chivarro, Cantarranas, laguna del Pescado, cuesta del Asno ... Otros se refieren a configuraciones topográficas, como el prado Franco, las Pedreras ... y tantos y tantos otros. Son topónimos agonizantes que quieren contarnos su historia oculta, su anécdota, su razón de ser. Por eso, los buenos, los auténticos cantalpineses sienten como una deleitable melodía cuando alguien tiene ocasión de ponerles al habla con sus topónimos.


Antonio Gómez

Cronista Oficial de la Villa

(Ya fallecido)

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