OPINIóN
Actualizado 17/11/2016
Redacción

Esta semana, cuando al presidente de la Generalidad Ximo Puig le preguntaron su opinión sobre el último barómetro del CIS, afirmó que los españoles habían mandado a los socialistas al «rincón de pensar». Las encuestas están siendo tan malos para el PSOE que el barómetro lo describe ya como la tercera fuerza política, superado por el conjunto de partidos que se presentan con la marca de Unidos-Podemos. Mientras que los socialistas apenas llegan al 17%, Unidos-Podemos supera el 21%.

Pocas horas después de conocer estos datos, el presidente Puig confirma que se encuentra en estado de «shock» tras conocer la victoria de Trump en las elecciones norteamericanas. En este caso, pedía públicamente a Trump que recapacite y no diga nada de lo que había dicho que iba a hacer. En estas declaraciones, el presidente Puig confirmó que el mal pálpito con el que miró de madrugada a su móvil se había confirmado con los resultados que se anunciaron esa mañana del jueves. Por esta razón, dijo que ese jueves era un mal día ya que accedía a la presidencia de EE.UU una persona que «había realizado declaraciones de odio».

Puntualizó sus palabras con estos términos: «la única esperanza es que... vaya cambiando y vaya sabiendo diluir su responsabilidad de una manera adecuada, porque tiene una responsabilidad muy grande y un responsable político tiene que gobernar para todos. Lo que no puede es provocar una situación difícil para el conjunto de la humanidad». Como casi todos los analistas que han mostrado su preocupación por el proteccionismo con el que Donald Trump puede restringir la internacionalización irreversible de las economías, Puig ha mostrado su preocupación porque la valenciana es una comunidad exportadora y se nos abren muchas incertidumbres.

Aunque no lo ha mandado exactamente al rincón de pensar, el líder de los socialistas valencianos está mostrando la importancia de este rincón en la vida cotidiana de los ciudadanos. Ya lo era en la vida cotidiana de muchas familias porque se trata de un espacio educativo estratégico donde nuestros hijos reflexionan con calma sobre una conducta que deben revisar, corregir o rectificar. Es un espacio ético cada vez más necesario no sólo en los hogares sino en los despachos de los líderes de los partidos y de los grupos parlamentarios para que hagan un examen de conciencia de sus excesos verbales, del infantilismo de sus conductas y de la estructural falta de ideas serias con la que están liderando la sociedad. No sólo es un espacio para el arrepentimiento y el remordimiento por una mala conducta que se ha realizado, sino un espacio para hacer examen de conciencia y expresar propósito de enmienda. Puig no sólo debería trasladar esta reflexión sobre el populismo a sus bases y compañeros del Botánico, sino analizar los discursos del odio que, también a él, le han dado el poder.

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