La organización caritativa de la Iglesia en Salamanca ha saltado al ruedo de la actualidad nacional. En esta ocasión no ha sido por torear con valentía al morlaco de la pobreza, ni por lidiar con el aliño que da la experiencia todas las carencias que llegan a las parroquias, a sus programas, a los corrales de Monroy.
Resulta que una desconocida asociación de jóvenes charros quiere hacer una campaña para subvencionar su afición y le proponen a Cáritas Salamanca darle la mitad de los beneficios de la venta de mil bolígrafos que pondrán en el mercado con la etiqueta de solidarios. Y Cáritas les dice que no puede ser. Y los chavales lejos de amorcillarse en tablas se vienen arriba y deciden embestir al bulto.
Se arrancan con una falsedad y empitonan a quien se quiera dejar pillar con el cuento de que Cáritas no quiere su donativo por tratarse de una desconocida asociación juvenil de aficionados a un tipo de espectáculo concreto. Se lo inventan, vaya. Con poco arte y mucha maldad. Más que nada porque Cáritas de Salamanca sólo les dice que no al negociete solidario de los bolis, pero en ningún momento se niega a aceptar un donativo. Hasta aquí nada nuevo para los del tendido de sol.
La noticia no era tal hasta que un periodista no hace su trabajo adecuadamente. El comunicador, que comparte afición con los chavales de los bolis, decide insultar a Cáritas sin ni siquiera llamarles por teléfono para contrastar lo que el portavoz de la pequeña y desconocida asociación de aficionados sí tuvo oportunidad de volver a repetir en las ondas: no quieren nuestro donativo. Y la colada al líder radiofónico es de libro. No sé si el Cossío recogerá la herrerina, pero en las Facultades de la cosa comunicativa se debería enseñar.
El asunto es aún más paradójico porque los dueños de la emisora de radio en la que se insulta a esta entidad católica es la propia iglesia católica. O de su jerarquía. De los obispos españoles.
Y tras esta faena todos los salmantinos, y gran parte de la españolidad, ha escuchado que Cáritas está en contra de un espectáculo, y eso es mentira.
A los listos que todo lo saben hay que frenarles con la verdad. La tarea de un periodista es la de contrastar antes de poderlo contar. La de una asociación buscar su financiación sin engañar. Y la de Cáritas sigue siendo y será estar cerca de los más pobres para poderles ayudar.