OPINIóN
Actualizado 12/11/2016
C. E.

Place de l´Etoile y La Ronde de nuit son dos novelas, escritas por Patrick Modiano, premio Nobel de literatura, a finales de la década de los sesenta. En ellas se describe, sin adjetivos, el indigno comportamiento de muchos franceses, incluso de algunos judíos, véanse las ficticias andanzas de Rafaël Schlemilovitch, durante los años de la ocupación alemana. La narración ausente de cualquier tipo de calificativos morales la hace aún más terrible, más sórdida y asfixiante. Aristócratas, policías corruptos, empresarios, hampones, prostitutas de lujo, políticos del gobierno de Vichy, jueces prevaricadores y periodistas obsecuentes entrelazan sus vidas en hoteles de lujo, restaurantes y cabarets. Todos ellos guiados por un único objetivo: enriquecerse a cualquier precio. Amparados por una ilegítima legalidad invocan sagrados deberes patrios, el mantenimiento del orden, su lealtad al Mariscal Petain, a la vez que organizan la deportación de judíos, se reparten sus bienes, detienen, torturan y asesinan a los disidentes, trapichean en el mercado negro y compran o corrompen las voluntades de quienes se les acercan. He visto, hace unos días y por segunda vez, una magnífica película dirigida por Louis Malle y guion escrito al alimón por éste y Modiano: "Lacombe Lucien". En esa película un joven campesino, ignorante y quizás algo sicópata, es reclutado por la policía colaboracionista. Su vida cambia radicalmente, accede a una vida lujosa, despreocupada, a cambio toma parte activa en todas las fechorías de sus superiores. También se enamora de la hija de un sastre judío víctima de la extorsión y el pánico. Pues bien, en ese racconto tiene lugar un diálogo esclarecedor entre el casero y el sastre judío que ocupa su apartamento: "Debo subirle el alquiler". ? "No es justo". ? "Me arriesgo teniéndoles aquí. Debe saber lo que dice nuestro Mariscal de ustedes: Francia no es un refugio de indeseables", en eso un Lucien enamorado interviene: "largo, soy un policía alemán". Frustrado su chantaje, el casero se despide de su inquilino: "¡Bravo, o sea que tiene tratos con la Gestapo¡" Aprovechando tan espléndida secuencia, quiero destacar aquí, la doble moral al uso, la cínica ausencia de cualquier principio ético. Según las circunstancias y en consideración de su interés particular, el casero no tiene empacho de presentarse, como fiel seguidor de Petain o, frustrada su ambición, como resistente vengador. Lo mismo de entonces hoy acaece, se repite en nuestro actual escenario social y político. Primero se invocan los valores democráticos, la gobernabilidad, el interés común, la sensatez y si esos argumentos no funcionan se interviene en los asuntos internos del o de los partidos desobedientes. Se defenestra de un día para el otro a su díscolo dirigente. Se ensalza la cordura de una gestora colaboradora o la futura y potencial complacencia (quiero creer ilusoria) de un aniñado líder. En fin, se rasgan las vestiduras, por las andanzas de un chaval de 21 años, los mismos que, por comisión u omisión, han sumido a los sucesivos gobiernos en la mayor de las corrupciones imaginables. Es como si, uno de los siniestros jefes de Lucien le recrimina y afea, sumamente indignado, no haber cedido su asiento a un venerable anciano o Cristina Cifuentes a Espinar: "lo tuyo es especular".

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