OPINIóN
Actualizado 11/11/2016
Redacción

Dos meses después del día de autos, esta semana volvía a ser noticia el "caso Valdeón", al oficializarse lo que ya se sabía sabía: que, no habiendo renunciado su protagonista a su acta de procuradora de las Cortes, y ostentando por tanto su condición de aforada, el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Castilla y León asumía las diligencias judiciales abiertas a raíz del control de alcoholemia al que fue sometida la entonces vicepresidenta de la Junta en la accidentada tarde del 9 de septiembre.

Por si el asunto no estuviera ya envuelto en suficiente polémica política, su llegada al TSJ añade un nuevo elemento sumamente controvertido, cual es la discutible idoneidad del juez encargado de instruir el correspondiente procedimiento penal.

Ignacio De las Rivas Aramburu, general auditor del Ejército, se incorporó a la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior a mediados de 2006, al ser el elegido por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para cubrir la vacante producida por la jubilación de uno de sus tres magistrados miembros. De acuerdo con el aberrante procedimiento legal establecido, la titularidad de dicha plaza debía recaer en una terna de "juristas de reconocido prestigio" propuestos por las Cortes de Castilla y León.

Y así fue. Valiéndose de su mayoría absoluta, el grupo parlamentario popular, que presidía y sigue presidiendo Juan Vicente Herrera, impuso la correspondiente terna, integrada, junto a De las Rivas Aramburu, por un miembro del cuerpo de letrados de las propias Cortes y por una letrada de los servicios jurídicos de la propia Junta de Castilla y León.

De da la circunstancia de que De las Rivas, que por aquel entonces ejercía como asesor jurídico del Jefe del Estado Mayor del Ejército, estaba y está emparentado con el mismísimo Herrera, primo carnal de su señora esposa. De tal suerte, nunca mejor dicho, que, además de llegar al TSJ a propuesta del grupo popular de las Cortes, el magistrado instructor del "caso Valdeón" resulta estar emparentado con el presidente de la Junta. Una doble circunstancia, seguramente casual, que para algún suspicaz malpensado, puede poner en entredicho eso que se da en llamar "apariencia de imparcialidad". Ya se sabe que hay gente que se empeña en sacarle punta a todo?

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