OPINIóN
Actualizado 10/11/2016
José Luis Retana Gozalo

Cáritas Salamanca rechazaba ayer una ayuda solidaria ofrecida por la Asociación de Jóvenes Taurinos y ante la polémica desatada en las redes sociales se reafirmaba en un comunicado aún más desatinado en el que especificaban que no quieren que se vincule a la organización "con temas que presentan gran controversia en la sociedad".

Nunca he escatimado elogios a la impresionante labor social que Cáritas realiza en España, pero lo ocurrido ayer en Salamanca es indecente, sectario y repugnante, cuando una organización humanitaria se permite rechazar la ayuda solidaria de un puñado de jóvenes por el hecho de ser taurinos.

Más inexplicable es aún que desde el Obispado de Salamanca no se exijan responsabilidades al cerebro de semejante despropósito en una provincia donde la cría de bravo es uno de los principales sustentos de su economía, de su ecosistema y de la supervivencia del medio rural.

Una decisión en la que, de forma soterrada, se acaba de menospreciar a miles de ciudadanos. Miles de ciudadanos taurinos, solidarios y de buena voluntad, que una vez más aguantan una vejación pública de una organización que ha recibido dinero del toro a espuertas en distintos lugares de España donde, afortunadamente, rigen sus destinos personas más competentes y con menos complejos y con una prioridad clara: ayudar al hombre, amar al prójimo como a uno mismo. Pero no; nuestro dinero, nuestra ayuda, nuestra solidaridad no vale. Somos taurinos.

La controversia no son toros sí o toros no, ni que una asociación taurina venda bolígrafos y realice acciones solidarias para paliar en la medida de sus posibilidades lo que buenamente puedan. La controversia es el frío, el hambre. La controversia son los mundos de tercera, los que no tienen derechos. La controversia es no llegar a final de mes, la controversia son los sintecho, los parias del mundo. La controversia es la violencia, la marginación, los bolsillos y el estómago vacío.

La controversia es que se eleve la dignidad animal por encima de la humana. Mejor que pasen hambre y frío los hombres a que muera un animal en la plaza, dónde va a parar. La controversia es erigirse en juez moral cuando ni el propio Jesucristo, el mío, en el que creo, el que anduvo en la mar, subió a la Cruz y se hizo Hombre, lo hizo. La controversia es jugar a ser dios en el nombre de Dios. Tú sí, tú no.

Lo ocurrido en Salamanca es una muestra más de la perversión de los valores que circunda en torno a la tauromaquia, del buenismo de pacotilla que practican aquellos que prefieren no echarle una manta por encima al que tenga frío porque la tauromaquia causa controversia. La controversia es la pobreza, esa plaga del siglo XXI. Inexplicable, deplorable y vergonzosa decisión la de Cáritas de Salamanca.

La organización lo sabe bien, sus centenares de voluntarios también porque trabajan a pie de calle: no son los toros, no, la controversia. Lo indecente, señores, es el hambre.

Ana Pedrero

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