OPINIóN
Actualizado 08/11/2016
Higinio Mirón

Es de cándidas, lectores míos, pensar que porque la señora Clinton sea mujer va a ser mejor. Esta charla me costó una bronca monumental con una de mis amigas y no quiero que se me interprete mal, pero una candidata no tiene que ser la releche por ser una mujer. Vamos, que la condición sexual no te hace mejor político y ya puestos, mejor persona. Hillary tendrá lo suyo y aunque yo le tengo especial simpatía porque aún recuerdo su cara de espanto cuando le retransmitieron la muerte en directo de Bin Laden ?en aquellos momentos un anciano patético en su casa- y porque también recuerdo que en los tiempos de su marido le tumbaron la reforma sanitaria por ser suya, precisamente, no dudo que tiene todas las maldades de los políticos de carrera. Carrera presidencial que alguien está convirtiendo en una pesadilla y me temo que no por la inteligencia del otro candidato, sino por el hecho de que la señora Clinton es precisamente eso, señora. Vamos, que todavía eso de ver a una mujer en el despacho Oval y no precisamente para ponerse de rodillas, levanta ronchas en el personal. Por eso mismo yo votaría a Hillary, aunque le dé la razón a Susan Sarandon cuando dice que el hecho de que tenga vagina no quiere decir que sea una buena candidata.

El FBI parece una fábrica de machos con ganas de desprestigiar a una política que, lo que no se puede negar, es que tenga un conocimiento enciclopédico de la administración norteamericana. Obama nos mostró su talante y talento ?alguno del partido socialista debió aprender de no pisotear al contrario vencido, no siendo que luego te defenestren a ti- al convertirla en Secretaria de Estado tras la contienda entre ambos para la nominación, y más aún Michelle Obama, a la que yo votaría no solo por la vagina, sino por el color y el calor, la defiende como una fiera porque ¿Qué será de nosotras sin el impresentable de Trump llega a la presidencia? Una cosa es tener a Berlusconni haciendo el ganso en esa Italia machista que le votaba sin vergüenza, pero estamos hablando del gran hermano americano, ese que, reconvertido en amigo de otro testosterónico, el amigo Putin, puede hacer el ridículo hasta en Marte. Y si no, que se lo digan a Melania que debe estar entontecida por tanto asesor de imagen de debería pedirle que no abra la boca ni para comer. Trump es lo peor de América orgullosa de serlo, es sencillamente, el triunfo de una forma de exigir derechos y privilegios desde el poder que no se comparte más que para exhibirlo. No tiene medida la estupidez de este hombre, la megalomanía de estas declaraciones. Y lo peor de todo, el hecho de que la gente le sigue, le vota y a lo peor, me voy a tener que comer esta columna cuando gane el señor. Visto el panorama, me da igual el sexo de los ángeles, digo de Clinton, hay que votarla por necesidad planetaria, aunque sea capaz de comprar con dinero de su papi un piso de protección oficial y luego venderlo. Lo nuestro sí que tiene delito. Y es que la mujer del César, además de ser casta, tiene que parecerlo. Y sobre todo, mejorar los modales. Al final entre Tump y ciertos políticos jóvenes hay muchos puntos en común, y el insulto es su lenguaje más cotidiano. Yo quiero, visto el asunto, ser una mujer repugnante. En ciertas bocas es un halago, pero les dejo, voy a recriminarles a mis señores padres que, muy sensatamente, no me ayudaran a pagar un piso. Hay ciertas cosas que se las trabaja uno, y muy duramente, como esto de ganar las elecciones.

Charo Alonso.

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.

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