OPINIóN
Actualizado 07/11/2016
Redacción

He vuelto a ver de nuevo a los mendigos tendidos en los pulmones de la noche, durmiendo en una muerte gutural de plásticos y cartones, abandonados en la resurrección de una penumbra que ya no tiene límite ni fin. Frutos inocentes de la precariedad, lo mismo que otras veces aparecieron para buscar guarida en mi inocencia. Después de haber sentido en mí su olvido, ¿cómo podré seguir hacia adelante? He vuelto a ver de nuevo a los mendigos y he oscurecido un siglo en el temblor de su desvalimiento, en la amargura de sus pupilas huérfanas de luz, vacías como cáscaras de almendra.

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