OPINIóN
Actualizado 07/11/2016
Jesús Garrote

Cada vez vemos más niños que antes de los quince años consumen tabaco, alcohol y otras drogas, como porros.

Esto lleva bastantes problemas asociados en su vida. Les lleva a relacionarse con adultos peligrosos para ellos que fácilmente se aprovechan y los utilizan.

En muchos casos aparentan hacerlo por diversión o por contagio con otros referentes mayores que ellos. Pero se convierte en una forma de evadirse de una realidad, muchas veces de soledad que no soportan. Nosotros encontramos muchos que usan las drogas como sustituto de un cariño no correspondido.

Esto se convierte en tragedia cuando niños y niñas desamparados se prostituyen para conseguir un porro.

Es sorprendente que en una ciudad como Salamanca se trafique con tanta facilidad y sea tan fácil conseguir cualquier tipo de droga.

Nosotros hacemos analíticas semanales a los que consumen con frecuencia y se buscan con ellos otras alternativas.

Invirtiendo en formación profesional, globalizando su tiempo libre con el circo, el cine, el deporte, los viajes, etc. Cocrear vicios sanos que les ayuden a evadirse por la diversión , la relación y las experiencias de éxito y emoción. Se pueden considerar formas de terapia indirecta, además del modelo constructivista sistémico y centrado en soluciones.

Usamos flores de Bach como " walnut" para promover el cambio y "agrimony" para quitar máscaras que impiden expresar lo que realmente sienten.

Desde la Botánica se les explica las muchas sustancias que hay en la multitud de plantas que pueblan nuestros campos. La heroína se saca de una amapola o el LSD del cornezuelo del centeno, de un tipo de estramonio se saca la burundanga y de unos tomatitos silvestres atropina como la de la belladona que usaban las brujas para huntar sus escobas de abedul. La información y adquisición de conocimientos desmitifica y descubren que las drogas pueden ser medicinas o venenos dependiendo del uso. Pero sobretodo deben aprender a manejar sus drogas endógenas como son sus neurotransmisores y sus hormonas.

Cuando en vez de juzgar, etiquetar, expulsar, demonizar, se afrontan las dependencias desde el acompañamiento, la cercanía y la libertad de nunca dejar de creer en estos jóvenes se obran muchos milagros. Cuando vuelven a creer en sí mismos no necesitan esconderse en las drogas. La escuela también está para eso, para encontrar soluciones ante los sufrimientos de nuestros nuestros alumnos.

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