OPINIóN
Actualizado 24/10/2016

El otoño es una estación especial: las sucesiones de borrascas, causadas por la circulación general atmosférica, dejan atrás los cielos despejados y da comienzo el año hidrológico; los días se acortan rápidamente; los colores de nuestros bosques explotan en millones de colores, pintando maravillosas obras de arte vivas ante nuestros ojos; es la época del año donde más cabello se nos cae; la disminución de luz solar nos provoca melancolía y se disparan las depresiones; en definitiva, la naturaleza se prepara para adormecerse durante el invierno que llega.

Quienes tienen su particular resurgir, gracias a las primeras lluvias y al calor que todavía se mantiene son las hormigas voladoras: en algunos lugares, sean rurales o urbanos, se producen auténticas lluvias de hormigas aladas, buscando nuevos territorios que ocupar, nuevas colonias que formar y un aumento de las esperanza para la supervivencia de su especie. La variabilidad genética está prácticamente asegurada, pues todas salen a la vez, de todos los hormigueros, de distintos lugares, en una perfecta sincronización, en busca de su pareja ideal entre los centenares de miles de individuos que surcan los cielos.

Una mezcla de sexos, "princesas" y zánganos, cuyas alas se forman el mismo día en que salen al exterior y que perderán, igualmente, en el momento en que toquen el suelo. El inicio de la nueva colonia estará en marcha: la hembra fecundada será la reina del nuevo hormiguero; los machos, una vez que fecunden a su amada, los pocos que lo logren, morirán irremediablemente, al igual que los que no lo consigan. Las hembras fecundadas, una vez posadas, buscarán el lugar donde instalar su nueva casa: perderán las alas y construirán un pequeño nido, donde pondrá los huevos, gracias al esperma recogido durante el vuelo, y que le servirá para poner huevos el resto de su vida (algunas especies llegan a vivir 30 años, aunque lo habitual es que no pasen de la mitad), realizando una fecundación selectiva de los individuos que necesite su colonia.

Obligadas por su propia conformación, pues son las obreras las encargadas de realizar el trabajo de construcción del hormiguero, entre otras labores especializadas, la reina debe excavar la tierra donde protegerse. De ahí que sea esta época la señalada para esta ceremonia nupcial: lluvia para que el terreno esté húmedo y una temperatura agradable, mucho calor las deshidrataría, mucho frío las congelaría, que las permita realizar ese trabajo inicial. En algunos lugares son conocidas como "hormigas sementeras", pues, según algunos autores, "su llegada era el indicativo para los agricultores para saber cuándo la tierra estaba en su momento ideal de humedad para sembrar la simiente"? volemos pues.

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