Me enteré ayer que un globo había llegado al planeta Marte.
No hace mucho, paseando por la Plaza con la familia, a una sobrina de 7 años se le antojó una figura globo de los que se ofrecían al paseante.
Yo se la compré, sus padres, claro, se la negaron para no sembrar antodajidos.
Pero al final convinieron y le regalé uno grande, esférico, de larga cuerda y de sonrisa bonachona. La niña se alegró con su globo y lo paseaba como a su más querida mascota. Pero en un despiste, se le escapó. Tiernas fueron sus lágrimas, pero breves, y yo le dije que no se apenara, pues ese globo seguro que llegaba a un buen lugar donde otros niños lo cogerían.
Ayer la llamé. Le dije que su globo había llegado a Marte,en una gracia, y ella muy seria me respondió: Ya lo sé, por eso escribí, antes de soltarlo, en su tela que se lo mandaba para que dejaran de asustarme sus marcianitos verdes en mis sueños.
Acaso los humanos no dejemos nunca de ser niños, ni de soltar globos a los desconocido para comprender.
"¡Un globo, dos globos, tres globos...La vida es un globo que se me escapó?!". Canción del viejo programa infantail vespertino de Televisión Española, en los tiempos de 1975, que veíamos al salir de la escuela.