OPINIóN
Actualizado 19/10/2016
José Amador Martín

El muro de la Cafetería del Casino se ha convertido en un referente de la fotografía de Salamanca. Alberto y Tomé lo hacen posible con cada exposición que nos muestran mes a mes. No siempre valoramos el esfuerzo de estas iniciativas y no siempre sabemos admirar la belleza que está ante nuestros ojos.

Vienen a mi estas reflexiones después de admirar las últimas exposiciones que llevan la fotografía a ese grado de arte que muchas personas no llegan a reconocer, porque la era digital hace posible la mentalidad de que cualquiera puede hacer fotografía llegando a ser el trabajo de los fotógrafos uno de los menos valorado en el campo artístico.

Hoy, desde mi columna quiero hablar de la exposición que actualmente se muestra en el Muro de la Cafetería del Casino, la de Natalia y Holgado. primera experiencia en este local de una exposición compartida

Ángel Holgado, la maestría de la experiencia, Natalia Hernández la maestría de la juventud. Dos vocaciones por y para la fotografía que hoy exponen sus sueños, sus ruidos, sus silencios?

Y luego queda la noche... la historia de nuevo repetida, sus paseantes, sus silencios, el otoño y la lluvia por las fachadas de los edificios, los árboles, los pasos... La noche de soledad del parque y el taconeo incesante de estatuas, de amantes que se abrazan en los rincones del aire, la noche, de la música de una guitarra o de una voz que desgarra los sentimientos, que arranca sueños llevándonos a un vértice de vida, a un elemento singular y sutil de la memoria Noche de un paisaje de avenidas... solitarias? grises, y ocultas como un espacio donde todo confluye, noche de palabras e imágenes horizontes de espera, de silencios y también de vida.

Esta exposición es una invocación a la metáfora de una noche donde la música es el hilo conductor a través de las fotos de Holgado y los pequeños mensajes de lo cotidiano de Natalia. Dos espíritus distintos aunados por la luz y la sombra? por la noche que nos puede confundir pero también hacernos valederos de sus mensajes silenciosos. Música y silencios, murmullos y sueños, guitarras que rasguean sus notas y manos que las hacen vibrar, también palabras hilvanadas con los sentimientos de los cantores que invocan a la noche y a los amores que se funden en los deseos de las almas. Y todo eso acompañando la marcha de dos fotógrafos que nos muestran lo mejor de su arte para iluminar la ciudad? sus calles? sus recintos de luz. Esta es una de las ocasiones en las que puedes extraer todo el ruido que hay alrededor de una foto y de un concierto, también alrededor de la vida de la ciudad. El muro de la Cafetería del Casino de Salamanca que alberga la exposición late ante la invocación del murmullo, en estos días del otoño dulce de Salamanca; las fotografías que nacen de la noche y de sus sonidos se relajan pensando en el momento en que se quedarían otra vez a solas, después el Silencio de la idea que generó esta exposición y de los sentimientos de los artistas que la hacen posible.

La luz y la oscuridad establecen una relación de fuerzas en equilibrio inestable, que en su dualidad, se complementan y se convierten en una imagen fotográfica, también en una forma de vida.

Fuera el equilibrio de la oscuridad completa, el café humeante y la mirada a través del cristal el viento de los árboles, la lluvia, el paseante que gabardina a los hombros cruza solitario y quizás tararea la última melodía de amor... la noche, un día más, a la ciudad un concierto de ríos plateados, un murmullo de músicas y silencios, sobre las ventanas encendidas, donde algún sueño viaja... en el recuerdo de las imágenes de Holgado y Natalia

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