OPINIóN
Actualizado 18/10/2016
Daniel Prieto

Viajo en vuelo Sao Paulo-Madrid, salida 23:00 horas; como tarea, para no pensar que San Pedro está arriba y el Atlántico abajo, me impongo la composición de este artículo. Una ocupación que no está mal, ya se sabe que en estos trayectos transatlánticos ot

Además, aunque me gusta disfrutar del mar, reconozco que soy un ser de tierra, inútil para la mar; en labores de marinero no alcanzaría mayor categoría que la de percebe, ese animalito que se agarra a las rocas como si fuera una ventosa o, más literariamente, con idéntica fuerza a la que cualquier poeta de ojos de pez pondría palabras a nuestras piedras de Villamayor.

No bien termino de escribir los dos párrafos anteriores cuando nos sirven la cena. Todo es amabilidad por parte de las azafatas, consustancial al oficio, ya nadie sabe si se llega a azafata por ser amable o son amables por ser azafatas. Antes, hace ya cinco años o más, gozaba de mayor peso para llegar a esta dignísima profesión poseer unas piernas como edificios y unos ojos como la mar, y en ese caso, amigo, las nórdicas pasaban todos los exámenes. Pero ya hemos dicho que eso era antes, ahora la amabilidad es lo que cuenta, la época "landista" (de Alfredo Landa, para no iniciados) ha tocado a su fin, ¡vamos! ni siquiera haría falta que fueran azafatas, aunque yo lo agradezca, pero afortunadamente un azafato atento realiza con éxito idéntica labor.

Después de cenar, ni tengo ganas de dormir ni de seguir escribiendo. Ni siquiera me distrae el monitor que tengo delante. Tomo un crucigrama que llevo en prevención y me sumerjo (¡valla palabrita cruzando el Atlántico!), repito, me sumerjo en el intento de resolverlo. Pero la verdad por delante, no soy muy aficionado a los crucigramas, aunque en mi juventud fuera admirador de aquel dispensador de los mismos llamado Ocón de Oro.

No obstante, cabe una reflexión: si los crucigramas no estuvieran clasificados como pasatiempos y se presentaran como ejercicios mentales quizá tendrían un mayor número de seguidores, pero así: "pasatiempos" (=perder el tiempo), con lo que éste vale, para muchos es un contratiempo.

Sin embargo, ahí ando, manos a la obra, y una palabra me abriría paso a otras cuantas, con las que el crucigrama quedaría resuelto. "¿Quién c? sería el primer explorador en llegar al Polo Sur?" ¡Esto de que no pueda utilizar Google en "modo avión"! ¡Qué rabia! Así me quedé dormido. Sólo dos horitas quedaban para llegar a Madrid cuando desperté. Desayuno, un poco más de vuelo, aplausos generalizados al piloto en el aterrizaje y caminito de las maletas.

¡Ah! Cuando entro en contacto con la enciclopedia, el explorador era Amundsen, y quien me dio pena de verdad y tiene para mí el calificativo de "grande" fue el segundo, o sea, el británico Scott, que lo hizo un mes después y se encontró con la banderita del noruego. Además, Scott tuvo tan mala suerte, que a la vuelta no pudo sobrevivir por un cúmulo de adversidades con trágico desenlace: después de resistir en una cueva, su equipo y él murieron de hambre y frío. Mi homenaje a su alma de escritor, ¡tan grande, que fue escribiendo su agonía hasta que le abandonaron las fuerzas? pidió perdón por ello!

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Aplausos para conjurar el miedo